El relato de cómo un humano consiguió domesticar a un lobo en un entorno hostil opta por la espectacularidad y la belleza de la imagen para enmascarar una historia que al espectador le resulta demasiado manida.
Crítica de la película “Alpha”
“Alpha” retoma un periodo, el de la prehistoria, más concretamente el paleolítico, que se suele ver con cuentagotas en el cine. Una de las más reconocidas, “En busca del fuego”, hacia palidecer a la moderna “10.000” en calidad e intenciones. Por desgracia, la película que nos ocupa se acerca más a esta última. La obra de Albert Hughes muestra un relato de supervivencia que revisita lugares comunes a la vez que enlaza la amistad con un animal, algo que también le suena demasiado al público y en ambos casos poca novedad se percibe; resultando una amalgama de clichés que provocarían el bostezo del patio de butacas de no ser por el tratamiento de la imagen.
Hughes, que en su haber tiene productos tan sonrojantes como “El libro de Eli” o esa fallida adaptación al cine de “Desde el infierno”, sigue sin mejorar su puesta en escena y apuesta en exceso por las tomas digitales. El trabajo de efectos es de lo más irregular. Planos perfectamente integrados con animales animados de lo más convincentes chocan con otros que podrían estar sacados de producciones de saldo del canal Syfy, por poner un ejemplo. Los esfuerzos del director por dotar al film de un esteticismo exacerbado no le sientan nada bien al acabado final que solo destaca en momentos puntuales por su fotografía, y ni esta se salva de la quema.
El guion presenta situaciones inverosímiles desde la mismísima secuencia de apertura, que más tarde se verá repetida; hay que llenar metraje para cumplir el estándar de película estrenable en salas. El protagonista es poco menos que un superhéroe de las cavernas que sobrevive a los sucesos más extremos posibles. El lobo y su domesticación, el gran reclamo de “Alpha”, no hacen acto de presencia hasta bien avanzado el relato. A las incongruencias históricas hay que sumarle la buena salud dental de la que gozan los personajes, sus cuidados del cabello y hasta su habilidad para crear ropajes. Es muy difícil entrar en una historia que no se esfuerza en ser coherente con el universo que intenta representar.
Lo más interesante de la cinta quizá sea el trabajo de Martin Gschlacht, un director de fotografía con trabajos poco conocidos, que realiza una creación que unida a la puesta en escena del director y a esa voz en off con la que se abre y cierra la historia, por momentos parece acercarse más al documental que a la ficción. A ello contribuyen unos paisajes espectaculares que lucen muy bien al aprovechar los horarios de luz que mejor le sientan a cada lugar. Sin embargo, el trabajo de Gschlacht también es muy irregular. La excesiva limpieza de la imagen, fruto de grabar con cámaras digitales sin ningún filtro que suavice la textura y la resolución, hace que las imágenes no se sientan como cinematográficas, asemejándose en ocasiones a la televisión o al video doméstico. A esto se le suma la necesidad de darle protagonismo al cielo nocturno estrellado, algo que viene condicionado por la propia trama, y que se resuelve con cielos digitales incrustados que no se justifican desde la física de las propias ópticas y la latitud de exposición de las cámaras. Un elemento más que hace que el espectador más avispado no consiga entrar en la película con estas decisiones.
Kodi Smit-McPhee aguanta el tipo con un trabajo correcto, sosteniendo la película casi exclusivamente sobre sus hombros, al encontrarse la mayoría del tiempo solo o en compañía de animales, con poco diálogo en el que apoyarse.
“Alpha” es una película muy irregular, con más problemas que virtudes, evidenciando que Albert Hughes no tiene un estilo propio y se dedica a emular escenas o directores que le gustan, apostando por la estética para camuflar otras carencias sin conseguirlo y con un guion plagado de tópicos. A los problemas propiamente cinematográficos se suma la polémica a la que se enfrenta con PETA por supuesto maltrato animal. Todo esto hace que la cinta no sea una opción muy conveniente para la cartelera actual.