‘Alicia a través del espejo’ regresa a la gran pantalla sin la dirección de Tim Burton, para ofrecernos una segunda entrega forzada, anodina e innecesaria. Dos horas de soberano aburrimiento completamente prescindible.
Crítica de ‘Alicia a través del espejo’ (2016)
Tengo que confesar que ya me pareció agotadora la primera entrega de la que hoy nos vuelve a convocar frente a la gran pantalla, además de una estafa por parte de la factoría Disney y de su director Tim Burton. ‘Alicia en el País de las Maravillas’ llegaba al “carne y hueso” en el 2010 desvirtuando por completo tanto la historia del cuento clásico de Lewis Carroll como la esencia del clásico animado de Disney, un claro despropósito con un resultado final bastante mediocre -tan sólo destacable por sus efectos especiales- que encima intentaba vendernos un trabajo de 3D tan sorprendente e inimaginable como inexistente durante toda la cinta. Un claro fracaso para Tim Burton, con grandes genialidades en su currículum cinematográfico como ‘Beetlejuice’, ‘Eduardo Manostijeras’, ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ o ‘Mars Attacks!’, pero con no menos fiascos como la ya mencionada ‘Alicia en el País de las Maravillas’ o la algo más reciente ‘Sombras tenebrosas’. Y cuando después de seis años desde su estreno nadie lo esperaba, Disney regresa con la segunda entrega de esta Alicia tan burtoniana como exenta de todo carisma… Alicia a través del espejo aterriza con afán meramente recaudatorio para confirmar que segundas partes nunca fueron buenas, y más si la primera tan poco lo fue.
En un absurdo de alargar algo de manera forzada y anodina -algo que vaticinio también pasará con la infinita nueva oleada de entregas propuestas por Disney sobre Star Wars o los personajes de Marvel, tiempo al tiempo- llega una mala copia de una ya mala película original con Alicia a través del espejo. En esta el guion hará regresar al país de las maravillas a Alicia (Mia Wasikowska) “a través del espejo” -como no podía ser de otra manera-, con el pretexto de una misión tan artificial e improvisada que ni sus propios personajes darán crédito a semejante farsa -dará la sensación que no se lo creen ni ellos, algo complicado cuando hablamos de una ratita, un perro, un hada o un gemelo doble-, la de rescatar a la familia muerta -si, muerta- de El Sombrerero Loco (Johnny Depp). ¿Cómo lo hará? Sencillo. Viajando al pasado y ganándose así la enemistad del mismísimo Tiempo (Sacha Baron Cohen) mientras es perseguida por todo un clásico, la Reina Roja (Helena Bonham Carter).
Y así casi dos horas de larga agonía donde, entre letargo y letargo, tan sólo llegaremos a plantearnos el por qué de una tan innecesaria segunda entrega, que ni siquiera Tim Burton ha querido firmar como director consciente de semejante fantochada. Sí, como lo estás leyendo, en esta ocasión Burton tan sólo aparece como productor, claramente con la misión de mantener la coherencia visual y estética de la anterior cinta y nada más.
En cuanto a la dirección, James Bobin (El tour de los Muppets, Los Muppets) ha sido el encargado de tomar el testigo y darle vida a esta reinventada Alicia, siendo bastante correcto y respetuoso con la anterior, salvaguardando aquellas características burtonianas tan marcadas de la primera cinta pero liberándola, eso sí, de un tono tan tenebroso y oscuro, algo que particularmente agradezco. Donde claramente ha patinado el nuevo responsable de Alicia a través del espejo es en la caracterización de Johnny Depp como El Sombrerero Loco, convirtiéndose en una mala caricatura de su propio personaje, hasta tal punto que llegaremos a plantearnos si han cambiado al actor y si no nos encontramos ante Depp.
La moda de trasladar al “live-action” los clásicos de Disney continua, y fruto de ello llega Alicia a través del espejo (2016) que deja al descubierto una clara y latente fragilidad para innovar en cuanto a lo que propuestas cinematográficas se refiere. El guion ideado por Linda Woolverton, también responsable del de la primera entrega, ya estaba encima de la mesa desde hace muchos años y ¿qué mejor que aprovecharlo aunque por el camino perdamos todo tipo de simpatía y empatía con el querido personaje de nuestra infancia, Alicia? Sólo puedo lanzar un mensaje a Disney: el público no entendería, ni soportaría, una tercera entrega tan soporífera y carente de alma.
