Hong Sangsoo escribe y dirige ‘Ahora sí, antes no’, una película aparentemente sencilla que oculta una formidable capacidad técnica y artística.
Crítica Ahora sí, antes no
Jae-yeong Jeong protagoniza junto a Min-hee KimAhora sí, Antes no, una película impredecible e hipnótica cuyo guión se permite el lujo de comenzar dos veces, pasar por los casi mismos escenarios y repetir las mismas situaciones. Todo un desafió a las convencionalidades cinematográficas no exento de imprudencia y descaro. Toda una alegría para el continuo espacio tiempo lineal y lógico que sufren las salas de exhibición.
La aparente sencillez de la película y la simulada simplicidad de la propuesta son un inconmensurable riesgo que pocos son capaces de asumir y menos de llevar a buen puerto. El tedio de contar dos veces la misma historia, el tener el arrojo suficiente como para cargar la responsabilidad en interminables planos secuencia y en ningún momento dejar que la desidia se apodere de la audiencia, es una hazaña en la que pocos tienen éxito. Hong Sangsoo, más que un director de cine, se puede considerar un héroe. No un súper héroe de esos que tocados por la suerte adquieren súper poderes. Un héroe de los de verdad. De los que han trillado tanto los campos y se han expuesto tantas veces que hacen que lo difícil parezca fácil.
Jae-yeon Jeong interpreta a un director de cine independiente que ha sido invitado a dar una conferencia antes de la exhibición de una de sus películas en un pequeño centro cultural. Habiendo llegado con un día de antelación, decide visitar un antiguo templo. Allí conocerá a una joven pintora (Min-hee Kim), con la que acabará compartiendo el día. Y esta, es la historia que se volverá a repetir pasada una hora. Y esta es la heroicidad de la que hablaba. ¿Cómo es posible que habiendo conocido todo -personajes, intenciones, localizaciones, escenas-, y volviendo a pasar por todo, laAhora sí, antes nosiga funcionando y sea capaz de retener la atención? Por su sinceridad, los nuevos matices -o más bien el cambio de actitud del personaje del director-, y la maestría de la fotografía (Hahm Sungwon) a la hora de enmarcar los focos de atención. Todo ello, claro está, bajo las indicaciones del propio Hang Songsoo, cuya mano no se nota.
Ahí nos encontramos a los actores, solos, llevando el ritmo -con sus pausas, con sus tensiones, con sus propuestas- como si estuvieran sobre el escenario de teatro más realista del mundo, dejando que todo el público sea, más que un espectador, un ser casi omnisciente guiado por los hilos ocultos del director. Ahora nos acercamos a sus emociones, ahora nos alejamos de sus reacciones… nada es fortuito y sin embargo es fácil olvidarse de lo que hay detrás. Pasmosa es la veracidad interpretativa de todo el reparto, toda una lección magistral que apuesto se perderán las actuales generaciones de comediantes -sé de lo que hablo-, y profundos son sus comportamientos y reacciones. No hay nada impostado. No hay nada forzado. No hay nada explícito que repulse el interés. Más bien al contrario. Cada movimiento facial es un enigma -a priori y a posteriori- cargado de intención y despojado de afectamiento.
Ahora sí, antes no, es un claro ejemplo del “menos es más”. Es una obra tan persistente, tan llena de sinceridad en cada uno de los campos que la forma que, más que difícil, es imposible abstraerse. Les invito que descubran las vidas secretas de los personajes Ham Chean-soo y Min-hee Kim, a la vez que se revela la comedia dentro del drama. Palabras complejas para una obra tan sencilla.