Vuelve la saga de boxeo por excelencia en la que ya es su séptima entrega, pero en este caso pasando el testigo a las nuevas generaciones. Rocky ya es leyenda, ahora es el momento de su pupilo.
Sinopsis
Adonis Johnson, hijo del legendario y desaparecido Apollo Creed al que no llegó a conocer, decide seguir los pasos de su padre. Con la desaprobación de su madre, el joven viajará desde California hasta Philadelphia, donde insistirá a Rocky para que le entrene a pesar de que el veterano boxeador ha colgado definitivamente los guantes.
Crítica de “Creed: la leyenda de Rocky”
Creed: la leyenda de Rocky sigue la estela de películas como “Jurassic Word” o la reciente “Star Wars: el despertar de la fuerza”. Su planteamiento se encuentra a caballo entre el remake y el reboot con tintes nostálgicos. El esquema es parecido al que ya vimos en la primera parte de la saga, sin embargo aquí encontramos elementos y guiños para los fans que descubrieron a Rocky allá por el año 1976. Así, la película es una carta de amor a la franquicia, personificada en Apollo Creed, que es la auténtica leyenda por encima de un Rocky en horas bajas.
El guion muestra de forma interesante cómo el paso del tiempo ha hecho mella en Rocky, no solo físicamente sino intelectualmente, en un mundo que avanza demasiado deprisa. El joven Adonis personifica todos esos cambios y sirve como relevo para una generación que se aleja de cierta inocencia en los inicios de la saga hacia planteamientos actuales, sin dejar de lado los temas sociales y el drama que inundaban “Rocky” y que aquí siguen presentes para una nueva generación.
Esa actualización no solo se queda en el guion. El director Ryan Coogler, autor de la interesante Fruitvale Station (2013), visita lugares comunes de la saga y utiliza una narración que remite a lo visto anteriormente pero haciendo uso de un lenguaje más contemporáneo. El joven realizador imprime un estilo cercano al pastiche entre el “Rocky” más tradicional y un cine urbano y callejero que encaja perfectamente con la personalidad de Adonis, haciendo uso de temas musicales de Hip-Hop que pueden resultar chocantes al fan que peina canas pero que constituyen un acercamiento a aquellos espectadores para los que “Rocky” es esa película que veían sus padres cuando eran jóvenes. Coogler demuestra brío con la cámara, y es capaz de marcarse un plano secuencia en el que se puede de una manera totalmente inmersiva el primer combate del protagonista. En otros momentos del film es capaz de mostrarse intimista y cercano para cambiar radicalmente hacia un estilo épico marca de la casa cuando el instinto de superación hace acto de presencia acompañado de la genial partitura de Ludwig Göransson. Es en esos momento donde Creed: la leyenda de Rocky brilla con luz propia reflejándose en sus seis referentes anteriores.
El reparto está sobresaliente en todos los aspectos. Michael B. Jordan crea un Adonis heredero de su padre, capaz de emocionar y hacer que el espectador empatice con él. Lástima que a este actor no se le den más oportunidades, aunque su carrera aún está despegando. La sorpresa viene de la mano de Tessa Thompson, una semidesconocida actriz que es capaz de aguantar de tú a tú a Jordan en una suerte de Adrian del Siglo XXI. ¿Y qué decir de Sylvester Stallone? El único icono del cine de acción de los 80 que sigue ofreciendo películas e interpretaciones interesantes. Su Rocky, más frágil que nunca, merece todos los elogios y premios posibles en la que seguramente sea la mejor interpretación de la carrera de Stallone. Sin duda lo más interesante del film y lo que podría ser una despedida perfecta para el personaje.
Creed: la leyenda de Rocky se encuentra entre lo mejor de una saga que sorprendentemente ha sido capaz de ofrecernos siete entregas. Si el dios Apollo concedió que el demiurgo Rocky entrenase a su hijo, es de esperar que Adonis deje de lado su vanidad y se convierta en esa roca sideral a la que da nombre y se erija como mito en una nueva y exitosa saga.