Igual que los Sanfermines, Nochevieja, los Oscar o el posado en bikini de Ana Obregón, la vuelta de nuestras series preferidas se ha convertido en un evento anual señalado y esperado, con ansias, por el personal.
Juego de Tronos: Temporada 3 (Trailer)
Valga como ejemplo la que nos trae hoy aquí. Hoy se estrena en España (Canal Plus mediante, por supuesto) la tercera temporada de “Juego de tronos”, el drama épico por excelencia de la cadena de televisión por excelencia, HBO. Y claro, en las tiendas de Moleskines no se habla de otra cosa: Que si a ver si para quieta la Khalesi, que si a ver qué pasa ahora con Samsa, que si Jon Snow lo lleva clarinete al otro lado del muro…
Muchos cabos sueltos y, sobre todo, muchos personajes muy profundos y carismáticos de los que queremos saber más. Yo, que asistí encantado al preestreno que llevó a cabo Canal Plus en Madrid, os puedo decir que la nueva temporada… arranca… Un momento, ¿le interesa esto algo a alguien?
Siendo sensatos, si no has visto la serie jamás no vas a entender nada de lo que te diga. Si la vas a ver en el Plus hoy, no quieres spoilers. Y si eres fan de los de disfrazarte de Tyron Lannister en Carnavales, ya has visto el capítulo.
Y es que este fenómeno bautizado como “La edad de oro de las series” (Por cierto, menuda castaña de nombre, demasiado largo y suena a CD con canciones de Nacha Pop. ¿Qué hace Risto que no está pensando otro?) ha dinamitado los procedimientos estándar del audiovisual. “Juego de tronos” es lo que es por el chorrón de personas que se lo descargan en todo el planeta a ritmo de emisión norteamericana.
Ya, ya sé que no descubro la pólvora, pero cabe detenerse un momento a pensar en las repercusiones que ello conlleva. Para empezar, el concepto de “preestreno” pierde toda validez, ya que mientras yo me compraba la coca cola en el Cine Proyecciones, varios amigos míos estaban disfrutando ya del capítulo en su casa. Nadie en la sala pensaba que estaba siendo “el primero” en ver la serie. Más bien asistían al pase por otras dos razones: Ver el capítulo en pantalla grande y vivir una experiencia colectiva de la serie. Enhorabuena, cinéfilos. Nos gusta el contenido de las series, pero preferimos verlas en el continente de siempre: Una sala oscura con mucha gente. Mucho hablar de que odiamos a los que comen palomitas, pero si al salir de la sala puedo colgar en Instagram una foto subido al trono de Geoffrey, se me caen las bragas al suelo.
Y sin embargo, nuestro disfrute fue efímero. Y desnaturalizado. Un capítulo aislado, cual patito feo, fuera del contexto de nuestro salón. Otros tenían más razones para ser proyectados así (por ejemplo los últimos de la segunda temporada, llenos de multitudinarias panorámicas y frenéticas escenas de acción) pero fue éste, por el mero hecho numérico de ser el número veintisiete. Incluso a la sala tuvo que extrañarle proyectar un “trozo de ficción”, algo que no acababa con un climax, sino con un gancho.
¿Hay un público de sala de cine para estas series? Estoy convencido de que sí. ¿Podrían proyectarse todos los episodios en cine y habría una audiencia dispuesta a pagar por verlos? A puñados cuento las personas que me dicen que sí a pies juntillas. Pero no sé si lo tengo tan claro. ¿Puede proyectarse así una ficción capitular? ¿No buscaría otro tipo de estructura narrativa y se desnaturalizaría? Es más, ¿no se contagiaría de los males que está sufriendo el cine, léase estudios de mercado o ansia por satisfacer a determinados demográficos?
En la misma línea se mueve Canal Plus, haciendo ínclitos esfuerzos por captar a la numerosa audiencia de la serie (bueno, de ésta y otros hypes como “Mad men”), sin conseguirlo. Porque seamos francos, quizá consideremos a CSI una serie de Telecinco, pero todos sabemos que “Juego de tronos” no es de Canal Plus, es de HBO. Poblados de buenas intenciones, Canal Plus intenta crear una comunidad de fans, emitir la serie con poca diferencia respecto a Estados Unidos… Puede que eso le valga con cosas como “House of cards”, pero la audiencia de un hype como “Juego de Tronos” es despiadadamente exigente. Queremos inmediatez o un valor añadido. O ambos a la vez.
¿Es acaso la situación actual el estado natural de las cosas? ¿El futuro pasa porque una cadena como Canal Plus simultanee sus emisiones con las de las cadenas americanas (Como hicieron con el último capítulo de Lost)? ¿Está muerto el modelo televisivo actual o puede resucitarse con alguna fórmula tipo: “Esta noche te emito Juego de Tronos y te doy además este material exclusivo adicional”?
Demasiadas preguntas, que supongo que se resolverán con el tiempo. Lo más curioso de todo es que esta “revolución de formato” se produce con una serie que sigue las más antiguas tradiciones oratorias: Las historias de príncipes y Reyes. Curioso. O quizá perfectamente lógico. O quizá solo simbólico. No lo sé. Pero desde luego estamos en mitad de algo. Tiempo habrá de llorar por lo perdido, o soñar con lo que habrá de venir. Pero ahora, si me disculpan, en Canal Plus emiten los dos nuevos capítulos de Mad Men. Y eso son palabras mayores.