Los reputados actores ingleses Colin Firth y Alan Rickman se juntan con la anodina Cameron Díaz en “Un Plan Perfecto”, una comedia de robos, timos y falsificaciones dirigida por Michael Hoffman.
UN PLAN PERFECTO: Trailer de la película
UN PLAN PERFECTO: Sinopsis de la película
Harry Deane (Colin Firth) es un experto inglés en arte que se plantea abandonar su gris vida estafando a su jefe, el excéntrico y multimillonario Lionel Shabandar (Alan Rickman). Para ello le hará creer que existe a la venta una copia del cuadro “Los almiares al atardecer”, obra que el magnate lleva persiguiendo toda la vida y que en realidad es una hábil falsificación del Major Wingate (Tom Courtenay), muy británico, y somero amigo de Deane.
El problema surge cuando Wingate y Deane deciden, para dar verosimilitud a su historia, ubicar el cuadro en una caravana de Arkansas, concretamente en la de PJ Puzonowski (Cameron Diaz), una vaquera y desvergonzada tejana a partir de cuya entrada el plan se tornará un caos que Deane, con su torpeza y flema británica, intentará evitar a toda costa.
UN PLAN PERFECTO: Crítica de la película
La ficha de ‘Un plan perfecto‘ dice que se rodó en Albuquerque y diferentes localizaciones de Londres como el aeropuerto de Stanford. También dice que se registró con una cámara Arri Adexa y sonorizó en Dolby Digital. No indica nada, sin embargo, de su fecha de rodaje, pero yo se la puedo confirmar: Esta película tuvo que rodarse, con toda seguridad, un domingo por la tarde.
No se explica si no la absoluta desgana que destila durante todo el metraje. ‘Un plan perfecto’(Título traducido que por cierto tienen tres películas de los últimos diez años, parece que en la distribuidora tampoco andaban sobrados de fuerzas) apuesta por un género, el de los timos y robos, que, si por algo se ha caracterizado a lo largo de la historia del cine, es por su vigor y pulso narrativo. “Nueve reinas”, “Los timadores” o “El golpe”, por poner tres célebres ejemplos, son cintas que juegan constantemente al despiste con el espectador, sumergiéndole, mediante la gestión de la información, en un timo tan elaborado como el que están viendo en la pantalla.
Muy poco de eso se encuentra en ‘Un plan perfecto’. La película se obsesiona con ser complaciente con el espectador y, cuando no muestra claramente lo que va a ocurrir, se saca de la manga un brusco giro de guión que no saque a la trama del desarrollo más convencional.
Como comedia la cosa tampoco es que mejore demasiado. Y eso que el guión de los Hermanos Coen (“Fargo”, “El gran lebowski”) tiene buenos mimbres (por la película deambulan antihéroes, personajes excéntricos y conflictos culturales marca de la casa), pero esas buenas intenciones no se terminan de concretar, bien sea por el forzado tono bienintencionado de la cinta (Es de esas películas en las que tu abuela dice “Uy, uy, uy” cuando el prota se queda en calzoncillos) o por la dejadez general, que hace que incluso se dejen pasar como si nada potenciales situaciones cómicas. (Como el encontronazo de Deane con una señora en su habitación del hotel).
Así pues, no nos queda más que mandar nuestra más sincera felicitación a los autores de ‘Un plan perfecto’, ya que les ha salido la película que habían soñado: Blandita, correcta e indolora. La típica película que te cascan como si nada en el Alvia cuando sales de Madrid y has olvidado para cuando llegas a Pamplona. Y todo eso en un domingo por la tarde. ¿Qué habría pasado si también se hubieran tomado el lunes?