Tras el éxito obtenido en el Festival de Málaga llega a los cines, gracias a la plataforma Filmin, la película Ojos Negros. Entrevistamos a sus directoras, Marta Lallana e Ivet Castelo, que nos hablan de las dificultades para dar forma a un proyecto pequeño e independiente, las comparaciones que vinculan su película con ‘Verano 1993’ y la peculiar manera que han elegido para narrar visualmente la historia de Paola, entre otras muchas cosas.
Entrevista a Marta Lallana e Ivet Castelo por la película Ojos Negros
¿Por qué decidís lanzaros a la aventura con este proyecto?
Ivet Castelo: Todo empezó en 2016. Estábamos a punto de terminar la carrera de comunicación y teníamos que decidir qué trabajo de fin de grado íbamos a hacer, y nos dieron la posibilidad de hacer un largometraje. Nos lanzamos a la aventura, nunca mejor dicho porque no teníamos experiencia pero sí mucha ilusión y ganas. Empezamos a escribir el guion con otros compañeros, y pusimos sobre la mesa que nos apetecía mucho hablar de ese momento en la niñez cuando te das cuenta que empiezas a hacerte mayor. Además teníamos claro que queríamos trabajar con niños o adolescentes y que no queríamos actores profesionales. Esa era la idea de partida. Luego decidimos trasladar la acción al típico pueblo donde vas desde pequeño a pasar los veranos.
Lo que más miedo nos daba era no poder terminar la película con todo el esfuerzo que habíamos puesto en el proyecto. Finalmente todo se solucionó con la llegada de Nanouk Films y Filmin.
¿Cual es la mayor dificultad que habéis encontrado en todo el proceso de dar vida a Ojos Negros?
Marta Lallana: El dinero (risas). Es curioso porque las cosas que creíamos más difíciles han salido de una manera súper natural y fácil. Por ejemplo, que surja tanta complicidad entre dos actrices protagonistas y que las dos provengan de un pueblo pequeñísimo como Ojos Negros, con cuatrocientos habitantes censados. También que la gente se volcara tanto en el rodaje de la película, prestándonos infinidad de localizaciones. O que participara en la banda sonora Raül Refree, algo inimaginable que no pensábamos que podía pasar. Pero lo más complicado ha sido a nivel de producción, ya que se ha hecho al margen de cualquier tipo de ayuda o subvención. Es casi imposible conseguir las famosas ayudas o subvenciones cuando estás empezando; no están pensadas para este tipo de películas de tan poco presupuesto. Lo que más miedo nos daba era no poder terminar la película con todo el esfuerzo que habíamos puesto en el proyecto. Finalmente todo se solucionó con la llegada de Nanouk Films y Filmin.
Habéis comenzado con una de las cosas más complicadas en el cine, dirigir a niños. ¿Cómo habéis llevado la experiencia?
Marta: A mí es que me encanta el trabajo con niños o jóvenes, es muy gratificante. Lo disfruto mucho más. Y también que sean “no actores”, ya que busco en ellos mayor naturalidad. No son interpretaciones tan acartonadas, es todo más fresco.
¿Y cómo vivisteis la experiencia del Festival de Málaga?
Ivet: En Málaga estaba súper nerviosa y me dio bastante vértigo toda la experiencia. Acabábamos de terminar la película dos semanas antes, fue todo muy a contracorriente. Pero luego, tras la proyección, estábamos muy contentas de vivir ese momentos y de hacerlo junto a las dos protagonistas, Julia y Alba. Recordaremos para siempre el abrazo que nos dimos las cuatro al terminar la película.
Marta: Sí, es que fue una sensación muy de parto. Era un paso muy decisivo. Y luego ganar el premio al Mejor Largometraje de la sección Zonazine… no nos esperábamos tanto reconocimiento.
¿Por qué decidís darle más peso a los silencios y al apartado visual que a los diálogos?
Ivet: Siempre quisimos contar la historia desde el punto de vista del personaje de Paola, y este es un personaje que no exterioriza nada sus emociones y que vive todo lo que le pasa muy para adentro. Todo eso tiene mucha relación con los planos que te muestran algo pero a medias, no te lo terminan de mostrar. No queríamos mostrar más de lo que ella está viendo, porque como espectador siempre estás captándolo todo desde su punto de vista.
¿Qué os parece que os comparen con la película de Verano 1993?
Marta: Todo un honor. Es una película que nos ha gustado mucho a las dos, pero es verdad que es fácil que al visionar Ojos Negros nos venga a la mente Verano 1993 ya que tienen muchos puntos en común aunque sean películas muy distintas. Verano 1993 es una película en mayúsculas que ha contado además con presupuesto y ayudas, es una película más fuerte y potente en muchos aspectos; y Ojos Negros es una película muy pequeña de autoproducción y artesanal, por lo que flipamos literalmente cuando empezaron a comentarnos dicha comparación entre ambas.
A vosotras ¿os han marcado tanto los veranos?
Ivet: Sí. Mis veranos los pasaba en un pequeño pueblo de Andalucía y recuerdo, eso sí, una relación más luminosa y amistosa con ese entorno que la de nuestra protagonista. Era un tiempo de desconexión en un entorno que no tenía nada que ver con mi vida durante el resto del año. Y vivía experiencias muy fuertes, hacía nuevos amigos y cuando me quería dar cuenta se terminaba el verano y volvía a la realidad. Pero sí sentía que esas experiencias me hacían cambiar poco a poco. Creo que esta es una experiencia bastante general, por lo menos en nuestro país, por lo que resulta muy fácil conectar con la película y sus personajes.
Marta: Yo no comparto esa sensación con Ivet. A mi pueblo, Ojos Negros, íbamos muy poco. Es el pueblo de mi madre pero ella perdió la relación con el pueblo y sólo lo visitábamos de vez en cuando para ver a mis abuelos. Sentía todo esto que se muestra en la película, de la llegada a un entorno desconocido donde hay gente, que es tu familia, que te está esperando y con muchas ganas de verte, pero de la cual tú no te acuerdas nunca durante todo el año. No piensas en esas personas ni conectas con ese universo, y de hay nace un sentimiento de culpa. Es como visitar un universo onírico donde conectar con tus orígenes.
¿Queréis seguir trabajando juntas en el futuro?
Ivet: Sí, pero tengo que decir que tras el trabajo en Ojos Negros me he dado cuenta que me gusta más el trabajo de producción y distribución, son aspectos en los que me gustaría seguir formándome.
Marta: A mí sí me gustaría seguir dedicándome a esto, antes pensaba que tras el proceso tan duro de Ojos Negros lo mismo terminaba cansada y no querría saber nada más de todo esto (risas). Pero el resultado final, aunque duro, ha sido muy gratificante.