Josef Hader es Stefan Zweig
Josef Hader es Stefan Zweig

Crítica ‘Stefan Zweig: Adiós a Europa’: Un biopic convertido en obra maestra

La cinta ahonda en la vida de Stefan Zweig, un reconocido escritor, activista e intelectual judío que se ve obligado a abandonar su país huyendo del nazismo.

Crítica ‘Stefan Zweig: Adiós a Europa’

En la obra ‘El guardián entre el centeno’ su protagonista, Holden Caulfield, vaga de un lado a otro por las calles de Nueva York sin encontrar su lugar. No pierde la oportunidad, siempre que puede, de preguntar a cualquiera que se cruza en su camino si sabe donde van los patos de un lago cercano cuando el agua se congela. Resulta difícil imaginarse alguna metáfora mejor que ésta para representar a las personas que no consiguen conectar con sus raíces y se encuentran perdidas en el mundo.

Josef Hader es Stefan Zweig
Josef Hader es Stefan Zweig

El lago de Stefan Zweig se congela cuando el régimen nazi toma el control de su Austria natal y se ve obligado a huir. Tras un refugio en Francia y más tarde en Inglaterra escapa a Sudamérica, viajando por Buenos Aires y Río de Janeiro. Finalmente, después de una visita a Nueva York donde se encuentra con su ex mujer, se instala en Brasil, un país del que se enamora inmediatamente. Tras un tiempo viviendo allí, acaba suicidándose por miedo a que el nazismo se extienda por el mundo.

Josef Hader y Matthias Brandt en una escena de la película
Josef Hader y Matthias Brandt en una escena de la película

Esta es, a grandes rasgos, la parte más cruda de la historia real de un personaje que, aunque era un reconocido escritor y pensador, no hacía otra cosa más que vagar de un lado a otro, al igual que Holden, pero en este caso por temor a mirar hacia atrás y encontrarse con su patria rendida ante el nacionalsocialismo.

Charly Hübner y Josef Hader dándose la mano
Charly Hübner y Josef Hader dándose la mano

La dirección y el guión corre a cargo de Maria Schrader, una experta en hacer de cada plano una obra de arte. Ya no solo por su pulcra dirección técnica, sino también por el emplazamiento de los elementos ante la cámara, por la composición y, sobre todo, por su montaje interno. Así lo demuestra la primera escena de la película, una declaración de intereses que no tiene nada que envidiar a la delicada composición de Haneke. Aunque si hay algo que destaca por encima del resto es su majestuoso cierre: se ha convertido en uno de los finales más inteligentes que he visto nunca al resolver la última secuencia en el reflejo de un espejo.

Una maravillosa obra de arte que no tiene nada que envidiar a la de los grandes maestros.

Aenne Schwarz y Josef Hader en Stefan Zweig: Adiós a Europa
Aenne Schwarz y Josef Hader en Stefan Zweig: Adiós a Europa

Los diálogos, por otro lado, adquieren cierto aire caótico al construirse sobre una pequeña torre de Babel donde se mezclan el castellano, el alemán, el inglés y el portugués. No obstante, el cruce de lenguas no impide que los actores saquen todas sus armas interpretativas y consigan brillar en todo su esplendor.

Pero como todo no puede ser perfecto, hacia mitad de la narración el ritmo decae estrepitosamente. Es justo en el viaje de Stefan a Nueva York, donde no dejan de aparecer personajes fugaces que enredan la historia hasta tal punto que llega a confundir. Aunque se recupera con rapidez, los estragos del desnivel en el compás narrativo impregna el resto de la cinta dejando una sensación de miedo ante una posible caída al vacío en cualquier momento.

Conclusión ‘Stefan Zweig: Adiós a Europa’

En resumen, Stefan Zweig, adiós a Europa es una demostración apabullante del dominio de Maria Schrader del montaje interno, una acertada reflexión sobre la necesidad de las raíces y el sentimiento de pertenencia y un testimonio interpretativo abrumador. O dicho de otra forma: una maravillosa obra de arte que no tiene nada que envidiar a la de los grandes maestros.

DIRECCIÓN
10
GUION
8
INTERPRETACIÓN
10
Reseña de lectores2 Votos
2.3
LO BUENO
Hacia la mitad se ralentiza y la historia se vuelve un poco confusa.
Sobra algún personaje.
LO MALO
La más que perfecta dirección.
La composición interna de los planos.
9.3