Vuelve el western a las carteleras de la mano de Vincent D’Onofrio, que firma su primera película, donde revisita la historia entre Billy el Niño y el sherriff Pat Garret. Descubre la crítica de “Sin Piedad”.
Crítica
Siempre es digno de celebrar la llegada de un nuevo western a la cartelera. Una manera de hacer cine que lleva muerta mucho tiempo, por sobrexplotación, falta de ideas o porque su valores y características han sido superados por el tiempo que nos ocupa. Lo que sí que es cierto es que el género americano por excelencia ha sido un generador de mitos para un país que, con pocos siglos de historia, tiene que tirar de referentes más o menos cercanos para construir su historia y, parafraseando a “El hombre que mató Liberty Balance”: “Cuando la leyenda se convierte en hecho, se imprime la leyenda”. Y la impresión que genera esta “Sin piedad” es la de una nueva revisión del encuentro entre el sheriff Pat Garret y su rival y antiguo amigo, Billy el Niño.
Vincent D’Onofrio se decanta por una puesta en escena seca, que no trata al paisaje como un elemento de la trama, centrándose en dos personajes de sobra conocidos por los aficionados al western, pero que en este caso el director opta por mostrárnoslos desde la óptica de dos niños que se cruzan por accidente con la banda de Billy. Una manera interesante de presentarnos un relato que por lo demás no innova respecto a sus precedentes. Vincent D’Onofrio dirige con pulso, ritmo y sin hacer concesiones a la violencia, que se muestra cruda desde el mismo prólogo. Sin embargo, la sensación de película plana en el apartado visual queda patente durante todo su metraje, siendo más interesante para alguien que no conozca la historia de estos dos rivales que para el espectador más curtido en el género y que no podrá evitar hacer comparaciones con “Pat Garrett y Billy el niño”, western capital de los años 70 con el maestro Sam Peckinpah tras las cámaras y con James Coburn como cabeza de cartel.
En esta ocasión, los encargados de representar a los célebres personajes son Ethan Hawke y Dane DeHaan, como Pat Garrett y Billy el niño respectivamente. Ambos demuestran sus grandes dotes interpretativas, y es en el apartado donde más destaca D’Onofrio, que sabe sacar lo mejor de sus actores y donde no se ha escatimado en ningún detalle. La presentación de los dos personajes es redonda, destacando la primera aparición de Billy, con la misma pose y vestuario que luce en una de las pocas fotografías que existen y, quizá, la más famosa del pistolero. Imposible no destacar también el trabajo de Chris Pratt -D’Onofrio se ha rodeado de sus compañeros de reparto de “Los 7 magníficos”- que con una interesante transformación física crea un villano que sorprende y le aleja de los papeles a los que nos tiene acostumbrados.
Opinión Final
“Sin piedad” no es el mejor western que el espectador se va a encontrar, pero sí que es un oasis en el desierto de un género que cuesta recuperar, a pesar de ser uno de los más exitosos en el pasado y generador de grandes obras dentro del séptimo arte que, hoy por hoy, parecen insuperables y que, intentos como el de esta película, hacen que al menos deban ser tratadas con respeto por el riesgo que asumen.