Al Pacino protagoniza una interesante obra que va más allá de la superficialidad de lo evidente. Manglehorn, un cerrajero que retiene en su interior una descontrolada ira, contará más por lo que contiene, que por lo que habla… que también.
Crítica de la película ‘Señor Manglehorn’
Señor Manglehorn(Al Pacino) es un hombre mayor. Cerrajero. Tiene un comportamiento bastante osco. Es directo. Vive en una casa bastante vieja, algo cochambrosa. Trabaja en un taller antiguo. Él es su propio jefe. Se le nota hastiado de la vida. Apenas pasan unos minutos del comienzo de la proyección el personaje, su vida, su mundo, su comportamiento, absorbe al espectador. La sencillez de su diálogo personal, la sinceridad de la puesta en escena empuja a la curiosidad al interés de su mensaje. Cuando toda la atención queda atrapada en una película que “no pasa nada”, es que está pasando de todo.
Al Pacino lo da todo desde la sencillez y la sinceridad. Da vida a un personaje muy egoísta y hermético. Sólo parece compartir sus sentimientos y preocupaciones con su viejo gato, el cuál es el único ser al que le deja acercarse lo suficiente como para dejarse conocer. Una especie de impredecible Melvin Udall (el maniático y egoísta personaje interpretado por Jack Nicholson en “Mejor Imposible”), pero desprendido de todas las manías. Al, interpreta a ese desequilibrado ser que uno podría encontrarse en las escaleras de su casa, con total entrega y justifica a la perfección todas y cada una de sus inesperadas reacciones. Todas. Incluso las terroríficas explosiones de violencia.
A la réplica, Holly Hunter, demuestra su valía igualando las condiciones del protagonista para crear una relación sin necesidad de presentaciones. La historia de estos dos personajes, Dawn, cajera del banco y A.J, cliente que acude al mismo cual ritual de sociabilización (es el único lugar donde se encuentra a gusto con personas), está marcada por una intrigante cotidianidad llena de proposiciones. “Parece que no pasa nada”.
El guion de Paul Logan nos muestra al protagonista de la película en una serie de peculiares situaciones que llevarán al señor Manglehorn a replantearse los sólidos principios de su vida. Unos principios que le han llevado a la soledad y al éxito personal, siendo la vida de Gary (Harmony Korine), el mayor de sus logros, por encima de su encorbatado hijo Jacob (Chris Messina), quien apenas soporta pasar unos minutos con su hosco padre. Gary, “hijo adoptivo” y Jacob, son opuestos en todos los sentidos, incluyendo en el amor que ambos le procesan a su tutor.
Como suele ocurrir con este tipo de películas donde “no pasa nada”, hay una división clara de la crítica. Obviamente yo estoy posicionado a favor de las formas del señor director David Gordon Green y del material proporcionado por el guionista Paul Logan. ‘Señor Manglehorn’ narra una historia que lanza más preguntas que respuestas exceptuando el final, que rompe un poco en demasía con casi todo el tono general de la película para desvelar el camino que tomará el protagonista tras su esperada catarsis.
Hay que recordar que aquí pasan cosas, y no pocas cosas precisamente. Ocurren de una manera menos convencional, menos evidentes pero de forma más contundente que en el poco arriesgado mundo cinematográfico actual. No hay que ver “lo que está pasando”, si no el “por qué” está pasando. Esa es la pregunta que hay que hacerse en cada momento para disfrutar de la película. Al final está la respuesta; evidente para algunos, no tanto para otros, el reto está en dejarse atrapar por la vida del protagonista y su peculiar relación con el resto de personas. El señor Manglehorn es un hombre que merece la pena conocer y, aparte de Gary que lo adora, esta película justifica divinamente cómo un ser tan anodino, desagradable, e incluso despreciable, puede llegar a convertirse en una apasionante historia de emoción.