Ralph Rompe Internet, lo nuevo de la factoría Disney que llega de la mano de dos veteranos: Rich Moore (Zootrópolis y ¡Rompe Ralph!) y Phil Johnson, el que fuera uno de los guionistas de la película original. Juntos ofrecen una extraordinaria propuesta dinánima, arriesgada y entretenida que gustará a todos los públicos.
Ralph Rompe Internet – Crítica de la película
Entretenida, vibrante, atípica y original película de animación en cuanto a que trata de dar testimonio veraz de nuestro tiempo, sin esconderse tras la barrera, cogiendo al toro por los cuernos y mostrándonoslo tal como es: un lugar convulso, asfixiante, y cuya magnitud monstruosa es capaz de engullirnos, alienarnos espiritualmente impidiendo nuestro desarrollo emocional más básico, y ofreciéndonos una miríada de posibilidades repletas de recovecos siniestros con las que demorar nuestras cuitas.
Ralph rompe Internet guarda un regusto agridulce donde la derrota, la melancolía y la necesidad de tener que lidiar con la frustración vital se afianzan como los ejes fundamentales en torno a los que gira la temática. Funciona como crítica caustica, como espejo deformante, como cinta con resonancias a cine de autor y, por supuesto, como la gran baza de Disney para reventar la taquilla en todo el mundo. Una grata sorpresa que veremos si con el tiempo acaba convirtiéndose en un clásico, algo que ya consiguió con ¡Rompe Ralph! (2012).
Ralph Rompe Internet – Sinopsis de la película
Ralph (Jhon C.Reily) y Vanellope (Sarah Silverman) son personajes de recreativos donde desempeñan cómodamente y sin demasiados sobresaltos su rol en sus respectivos juegos. Cuando la máquina recreativa de Vanellope se rompe, y el dueño de la sala decide darla de baja, Ralph y Vanellope “viajarán” a Internet saliendo de su acomodada zona de confort para adquirir la pieza que pueda arreglar la máquina.
Ralph Rompe Internet – Opinión de la película
W.G. Sebald en una de las primera páginas de su novela Austerlitz dice: (…) porque de algún modo sabíamos naturalmente que los edificios que crecen hasta lo desmesurado arrojan ya la sombra de su destrucción y han sido concebidos desde el principio con vistas a su existencia ulterior como ruinas.
Precisamente la gran baza de Ralph rompe Internet, lo que hará que en un futuro tenga opciones a perdurar en el imaginario colectivo, es su visión descarnada, nihilista y deshumanizada de internet como gran megalópolis aglutinadora de toda clase parabienes y perversiones humanas que parece estar varios pasos por adelante de nosotros mismos – con todo lo malo y lo bueno que ello conlleva-; una gigantesca torre de babel de la que aún no sabemos nada; de la cual ni siquiera se ha teorizado con claridad y perspectiva, como si estuviéramos extáticos frente a su monstruosidad y luminosidad. Como si la intuición de su ruina final nos hubiera dejado atónitos y sin habla.
Partiendo de un lugar apartado, inocente y limitado, nuestros protagonistas se verán inmersos en la vorágine de internet, que sirve como alegoría de ciudad sin limites; expansión descontrolada, que crece a velocidad de crucero y se convierte en una hidra donde sus habitantes tienen la ilusión de tenerla controlada, pero cuya realidad resulta indefectiblemente funesta en caso de pretender ponerle coto pues cada vez que le cortemos una cabeza aparecerán dos más. El mal y sus filamentos, por tanto, se reproducen como esporas, y todos los edificios gigantescos y esplendorosos por fuera, resultan corroídos y huecos por dentro.
Ralph Rompe Internet – Conclusión de la película
La película, a pesar de todo, es dinámica, entretenida, y apta para todos los públicos, faltaría más. Pero hay que aplaudir y resaltar su propuesta arriesgada y su acierto a la hora de reflejar esa cara b de nosotros mismos que viene a ser Internet; un sumidero de podredumbre moral sin límites del cual desconocemos hasta qué punto afectará, o directamente transformará, las sociedades que están por venir.
Ralph rompe Internet, la apuesta de Disney para estas Navidades, lanza su alegato sin complejos y con arrestos. Esperemos que no esté en lo cierto, de lo contrario las ruinas del imperio acabarán engulléndonos y arrastrándonos al fondo del Océano.