El desesperante y tortuoso proceso que vive una pareja española a la hora de llevar a cabo una adopción internacional queda fielmente retratado en ‘La adopción’ de Daniela Féjerman.
Crítica de la película ‘La adopción’
Uno de los temas más indignantes de la sociedad actual, que además parece tabú al no interesar a ningún gobierno encontrar solución, es la adopción. ¿Cómo es posible que existan tantísimos niños en el mundo sin hogar cuando hay el mismo número de familias dispuestas a ofrecérselo? Así de cruda es una realidad que, lejos de solucionarse, parece agravarse con el paso de los años a través de listas de espera, trámites burocráticos y pruebas psicológicas infinitas donde ya no sólo cuenta el tesón a la hora de llegar a “buen puerto”, sino el capital económico disponible, que en los últimos años parece haber pasado de 10.000 a 40.000 euros. Un requisito económico elevadísimo que deja a muchas parejas sin posibilidades y a muchos niños sin padres.
La adopción, película que se estrena este fin de semana, nos muestra precisamente todos los obstáculos que vive una pareja a la hora de conseguir hacer su sueño realidad: ser padres. Tras muchos años de trámites, dinero y pruebas de todo tipo, por fin parece haber llegado el ansiado momento de viajar al país de origen de su futuro hijo y terminar con tan arduo proceso, pero las cosas no serán tan sencillas una vez aterricen allí. Trabas y problemas infinitos convierten su estancia en el país en un verdadero infierno, y el sueño de volver a casa con un niño en un objetivo prácticamente inalcanzable.
La historia de la que parte ‘La adopción’ (2015) está basada en la propia experiencia personal que vivió la directora de la cinta Daniela Féjerman durante los trámites de adopción que realizó en Ucrania. Luego, con ayuda del guionista Alejo Flah, ficcionaron ciertos puntos de la trama que la terminan convirtiendo en una maraña de obstáculos donde el “premio gordo” -tratado a modo de mercancía- es traerse un niño para España, algo que no todas las parejas logran. Aunque la trama no refleja un lugar concreto -el rodaje se realizó en Lituania pero en la cinta sólo se habla de Europa del Este para no herir sensibilidades-, sí podremos sentir la frialdad que transmite un país sumergido en la nieve, con pocos recursos y con aún menos ganas de simpatizar con los extranjeros. En medio de un clima tan poco cálido encontraremos a una pareja, Natalia (Nora Navas) y Daniel (Francesc Garrido), cuya paciencia y fortaleza serán puestos a prueba hasta límites insospechados durante el proceso de adopción, hasta lograr incluso desestabilizar los cimientos de la propia relación. Un idioma desconocido -donde pueden estar “tomándote el pelo” en la cara sin darte cuenta-, corrupción política, intereses económicos, engaños, sobornos, estafas… formarán parte de un sin fin de “pequeños inconvenientes” que esta pareja deberá superar, siempre poniendo “buena cara”, con el fin último de poder adoptar.
Y hasta aquí todo correcto… pero ¿y si el guión finalmente no terminara de contagiar esa desesperación e indignación en la sala? Ese es el problema de ‘La adopción’ (2015), que su guion se pierde en subtramas absurdas como las de buscar apoyo en un médico local -algo que resultará irrelevante para el desarrollo final de la historia-, impidiendo al espectador profundizar en la historia de sus personajes, de la relación de pareja entre ambos, de por qué se encuentran allí y, posteriormente, en los estrechos lazos que llegarán a forjar con el niño que quieren adoptar -a lo que apenas se dedican un par de escenas hacia el final de la película-. Corazón, esa es la palabra. Le falta más corazón y le sobra burocracia y explicaciones excesivas sobre todo el proceso, haciendo incluso que resulten redundantes muchos de sus diálogos. Lástima, de no haber sido así la cinta hubiera pasado de resultar correcta a extraordinaria.