Pedro Almodóvar construye un relato realmente inteligente y cautivador a través del enigmático personaje de ‘Julieta’. Sin duda, nos encontramos ante una de las películas esenciales de este 2016.
Crítica ‘Julieta’ de Almodóvar
Tras el mal sabor de boca que nos dejó con su comedia ‘Los amantes pasajeros’ (2013), Pedro Almodóvar regresa a los cines este fin de semana con su Julieta, una cinta donde dejará admirados tanto a los más fanáticos de su cine como a sus detractores, que también los tiene y muchos (sólo hay que escuchar la opinión de Boyero en la Cadena Ser), con una historia bastante sencilla en apariencia pero narrada de forma realmente brillante. La astucia de sus diálogos, de unos planos estudiados al milímetro y de unos personajes dibujados con una fuerza carismática, lograrán que una historia a priori “común” cobre una dimensión admirable. Y con esto de “común” no quiero decir que no sea compleja ni interesante, sino que el director manchego es capaz de introducir al espectador de lleno en un thriller donde no tiene que valerse de elementos extraños, grandilocuentes o paranormales para mantenernos pegados a la gran pantalla. La vida misma ya puede resultar suficientemente inquietante en muchas ocasiones.
Y es que uno de los secretos de que Julieta funcione a la perfección como thriller dramático radica en saber jugar muy bien sus cartas e ir descubriéndolas poco a poco sin caer en ningún momento en la lágrima fácil. La contención será su mejor arma. El arranque de la cinta no deja intuir nada, no revela su argumento a los pocos minutos haciéndonos saber hacia dónde camina su ansiado final -algo que sucede por desgracia la mayoría de las veces que nos sentamos en la butaca-. La historia comienza con su protagonista preparando una mudanza… da la sensación de que intenta huir de algo o de alguien. Mediante su actitud hermética, una mirada triste y unas acciones sospechosas sabremos que como poco oculta un secreto que no quiere compartir ni siquiera con su pareja pero… ¿cuál es? Bien, ya tenemos al espectador enganchado. Ahora comenzaremos con el particular relato a modo de flashback de la historia de su vida, o por lo menos de su juventud ochentera, y así poco a poco la verdadera Julieta irá descubriéndose ante nuestros ojos. Como excusa para este ejercicio retrospectivo donde desnudar su alama, una carta; el destinatario, su hija Antia con la que parece no tener contacto alguno desde hace demasiado tiempo.
Pero si hay un punto sublime en la película, que demuestra una vez más el ingenio del director, es la escena de la bañera donde veremos a una Julieta realmente machacada por los acontecimientos y hundida, como resultado de estos, en una profunda depresión. Una joven atractiva pero carente de vida, que tiene que ser asistida por su propia hija adolescente para salir del agua. Así, y mediante el milagro de una simple toalla, Almodóvar aprovechará no sólo para cambiar de actriz -de Adriana Ugarte, la juventud de Julieta, a Emma Suárez, la madurez del personaje, sino también para simbolizar el paso de los años, de un cuerpo que poco a poco se marchita, y de un alma destrozada. Una elipsis temporal que introduce al espectador sin saltos molestos ni bruscos a otra etapa de la vida de nuestra protagonista.
En cuanto al reparto decir que todos y cada uno de ellos están espléndidos -destacable el trabajo como secundaria de la gran Rossy de Palma-. Resaltar el trabajo de las dos Julietas, Adriana Ugarte y Emma Suárez, caracterizadas ambas por esa contención durante todo el relato pero haciéndonos partícipes a la vez del alma apasionada o atormentada de su personaje a través de miradas o gestos. Desde luego un trabajo interpretativo de elevada complicación tanto por el nivel de implicación y concentración que requiere el personaje como por la sutileza requerida para llegar al espectador sin necesidad de valerse del drama por el drama. Un personaje femenino de extraordinaria fuerza con diálogos sutiles donde la información se ofrece a cuentagotas, todo ello dentro de una estructura dramática demasiado encorsetada, desde luego un reto complicado para estas dos actrices que terminan con sobresaliente la misión.
Desde luego, si algo significa esta Julieta es una vuelta de tuerca al melodrama clásico. Un ejercicio cinematográfico acertado, necesario y sólido, donde Almodóvar vuelve a apostar por la historia de un personaje femenino de gran fuerza y carisma. Quizá se espere algo más de su trayecto final, después de todo llevaremos 98 minutos esperando saber cuales han sido los motivos que han llevado a la separación radical de esta madre de su hija.