“El hombre del corazón de hierro” cuenta el ascenso de Reinhard Heidrych, uno de los responsables de la solución final apodado el carnicero de Praga, y su posterior asesinato por parte de la resistencia. Una película para acercar la historia a aquellos que no la conozcan.
Crítica de la película “El hombre del corazón de hierro”
El hombre del corazón de hierrotoca, una vez más, la Segunda Guerra Mundial en el cine contando un episodio que ya había sido abordado en otras ocasiones. En este nuevo acercamiento sus responsables se centran en la parte más humana del asesino nazi y en los héroes de la resistencia que acabaron con su vida.
El guion de Audrey Diwan, David Farr y Cédric Jimenez, basado en la novela de Laurent Binet, convierte la narración en dos películas bastante distintas. Por un lado, se encuentra el retrato humano de Heidrych, desde su llegada al partido nazi hasta convertirse en el monstruo que la historia recuerda; y por otro, la preparación del atentado que le costaría la vida a manos de la resistencia checa. Esta última trama resulta mucho más tediosa que el resto del film, tan solo remontando al final cuando no les queda otra solución que enfrentarse a los nazis que les asedian. Sin embargo, el retrato que se hace del carnicero de Praga es lo más valioso de un relato que se esfuerza en mostrar todas las aristas de un personaje histórico siniestro, mostrando como llegó a convertirse en una de las mentes que ideó la solución final con la que millones de judíos serían asesinados. Esta humanización, ya vista en otras películas de temática parecida como “El hundimiento”, transita entre la delgada línea que intenta mostrar a una persona con sus grises y que puede ser tildada de justificación de actos por los más críticos si no se sabe medir bien lo que se está contando. En este aspecto el libreto acierta, apoyándose en la interpretación de su actor protagonista.
Cédric Jimenez, un director de corta e irregular carrera, narra la historia de manera correcta, perdiendo pulso en determinados momentos relacionados con la resistencia. Sus esfuerzos por intentar mostrar ciertos segmentos de manera emotiva resultan fallidos por un abuso de la cámara lenta que resta naturalidad a acciones que por su significación no necesitaban de ningún tipo de artificio y que podían haber quedado perfectamente subrayadas por la solvente partitura de Guillaume Roussel.
Jason Clarke se adueña de su personaje transformándose completamente en ese Reinhard Heidrych ingenuo y ajeno al nazismo en un primer momento, pero que acabará convirtiéndose en uno de los más despiadados. Rosamund Pike no aprovecha todo lo que debiera su rol de esposa del protagonista, ya que su personaje tiene mucho más peso del que se piensa, siendo la responsable en muchos aspectos de la reconversión monstruosa de su esposo. El resto del reparto es menos conocido y tampoco destaca especialmente, mención aparte para Mia Wasikowska, que aparece en un pequeño papel.
El hombre del corazón de hierro es una película irregular, que tiene buenos momentos e ideas pero que no terminan de rematarse correctamente, quedándose en un mero documento para repasar una parte esencial de la historia de la Segunda Guerra Mundial.