Aglutinadora de un sinfín de premios y menciones entre las que destaca la nominación a los Oscar 2019 al apartado de mejor película de habla no inglesa; inmisericorde y aberrante revisión neorrealista que mediante un tono fosco busca galvanizar en el espectador embotado a ansiolíticos y politizado hasta el tuétano en torno a causas inanes, pleonasticas y tautologicas, la rabia soterrada ante la visión de desheredados que han de bregar con el infierno a las puertas de casa; indigesta para los que con canciones y oraciones, a cambio de una cuota mensual, han construido un imperio en base a prosélitos, que buscan lavar sus conciencias a fin de mes, llega, a nuestros cines, Cafarnaúm, la nueva película de Nadine Labaki.
Sinopsis de Cafarnaúm
Zain ( Zain Al Rafeea ) un niño de 12 años –presuntamente, dado que no cuenta con partida de nacimiento que lo corrobore– denuncia a sus padres ante un tribunal por haberle traído al mundo. Mediante una estructura narrativa basada en densos y entreverados flashbacks, descubriremos qué le ha llevado a Zain a tomar esa decisión.
Crítica de Cafarnaúm
Hagamos balance de la situación, la excelente autora Nadie Labaki (Caramel; ¿Y ahora adónde vamos?) forma parte de un estrado social que se encuentra a años luz de los personajes a los que de manera tan admirablemente cruda pretende dar vida. Es más, puede que el estrado social al que pertenece la directora sea el culpable, directa o indirectamente, de la situación de precariedad material y miseria moral en el que se encuentran el gran contingente de sus paisanos. Es más, ¿acaso Nadine Labaki, con esos planos aéreos y cenitales, de la ciudad de Beirut, que pretenden evidenciar los intersticios infectos y corroídos, no pone en evidencia una declaración de intenciones, una visión atrofiada y esperpéntica, más propia de una pija Libanesa que ha tenido siempre todo a su favor – en especial a los franceses; siempre los franceses – para dar rienda suelta a su pulsión solipsística y desarrollar su mirada crítica y perdonavidas, del país que la vio nacer, cocktail en mano en fiestas de guardar?
Pues sí. Un si rotundo, vamos. Ahí radica, en mi opinión, lo divertido, lo realmente interesante. El punto en el que convergen líneas en apariencia tan opuestas. Líbano, de no contar con una adinerada hija de buena familia que jugó a ser cineasta – juego que, por cierto, se la da de puta madre – no tendría, quizá, la posibilidad de mostrarnos en todo sus esplendor la tétrica realidad social; la demoledora crisis vital que afrontan sus habitantes teniendo que llevar a cabo toda clase de tropelías – tráfico de seres humanos, pederastia, niños pasta-baseros, etcétera – con el único fin de sobrevivir.
Secuencias como la del parque de atracciones, desierto de puridad e ilusión, pues la inocencia y la auténtica felicidad, adscrita a la carcajada desaforada infantil, no tiene cabida en niños que hace tiempo se resignaron a la imposibilidad de poder serlo; o la pregunta que sobrevuela cada secuencia de la cinta -¿Está en su derecho Zain en denunciar a sus padres por haberle traído al mundo? -, hacen de Cafarnaúm una de las películas del año.
Opinión final de Cafarnaúm
A Nadine Labaki desde el punto de vista estrictamente narrativo se le puede achacar falta de tacto y cierta inhumanidad, pues deja bien claro cuál es su repuesta a la pregunta que articula el film, pero lo que jamás le podremos poner en duda es la valentía a la hora de trasladar esta terrible disyuntiva al alelado público occidental. Cafarnaúm no solo es una gran película, es la necesaria y auténtica toma de contacto con una realidad que por suerte nos es totalmente esquiva. ¿Debería un niño poder acusar a sus padres, ante un tribunal, por haberle traído al mundo? ¿Tú qué opinas?