Rodeada de gran expectación llega a nuestras pantallas ‘Open Windows’, el tercer largometraje del cántabro Nacho Vigalondo. Con un innovador planteamiento visual, este thriller acerca al espectador a la parte oscura de la vida en la red.
Sinopsis de la película ‘Open Windows’
Nick Chambers es un fiel fan de Jill Godard, la protagonista de una de las sagas más exitosas de la actualidad. Tras haber ganado en un concurso una cena con ella, sus ilusiones de conocerla se desvanecen cuando un hombre llamado Chord le informa de que su encuentro ha sido cancelado. Sin embargo, Chord le ofrece a Nick la posibilidad de observar a Jill desde su propio ordenador para cobrarse así el premio que no ha recibido. Lo que Nick no sabe es que esta compensación es solo una parte de un plan mucho más complejo y peligroso.
Crítica de la película ‘Open Windows’
Hay películas cuya puesta en escena está destinada a provocar un cambio en la relación entre el espectador y la forma en la que recibe y disfruta de un film. En tiempos en los que el selfie y la procrastinación se han convertido en realidades habituales (más que en palabras que ya dejan de parecer exóticas), Open Windows sabe aprovecharse de la realidad social y tecnológica que nos rodea para plantear un posible reverso tenebroso. Y la forma que utiliza no podía ser más adecuada.
Funcionando como una historia en tiempo real en la que lo que sucede a través de las pantallas de los ordenadores de los protagonistas condiciona el argumento, el reto de esta película reside en conducir al espectador a través de todas esas ventanas de una manera efectiva sin llegar a perderlo, y lo cierto es que lo consigue. Con un montaje planificado al milímetro que juega su baza con la permanente simultaneidad de imágenes, acciones y sonidos (en los 90 minutos que dura la película se condensan hasta 7 horas de señal de vídeo), ‘Open Windows’ se configura como un thriller en el que el ritmo acelerado mantiene al espectador dentro del argumento sin concederle un minuto para salir de la historia y reflexionar sobre lo que está contemplando.
No obstante, la innovación visual de ‘Open Windows’ no excluye un uso tradicional de los elementos y no debe asustar a quienes busquen en la película un tratamiento más formal de la imagen cinematográfica: no toda la película transcurre entre el minimizar y maximizar de las ventanas, sino que Nacho Vigalondo tiene la suficiente mano izquierda como para utilizar las posibilidades más tradicionales e integrarlas en un discurso construido a partir de la simulación de numerosos dispositivos no tradicionales (como pueden ser las cámaras web o de vigilancia) y que recogen incluso la influencia del mundo del videojuego o del modelado 3D.
Y la gran pregunta es: ¿está la historia a la altura de su planteamiento visual y narrativo? Lamentablemente, la respuesta es que se queda a medias. Conservando en parte ese tono de humor oscuro característico de las obras de Vigalondo, ‘Open Windows’ ofrece una interesante mirada sobre el mundo de la impunidad y de sobreexposición en Internet. Jugando también con una cierta mirada cínica sobre la industria del cine y el culto a la celebridad, la película sitúa ante el espectador a dos protagonistas que sufren la cara y (sobre todo) la cruz de la era de la digitalización: Sasha Grey y Elijah Wood.
Sin embargo, y a pesar de contar con un punto de partida tan prometedor, lo cierto es que los continuos giros del argumento van convirtiendo a la cinta en algo cada vez más complicado, llegando a su punto culmen en el tramo final donde la acumulación de información puede llegar a provocar la pérdida y el descreimiento del espectador.
En definitiva, ‘Open Windows’ ofrece un relato trepidante con un argumento que, aunque interesante y prometedor, impide que el film de Vigalondo llegue a ser una obra brillante. Atreviéndose, por otro lado, a poner sobre la mesa un tema de interés que invita a distintas lecturas y debates, es decisión del espectador conformarse y disfrutar del viaje que Vigalondo ofrece o lamentarse por su oportunidad perdida.