Comedia coral italiana con la presencia española de Marisa Paredes, Jordi Mollá, Lluís Homar y Candela Peña en el reparto. Un homenaje al cine italiano de antaño.
Sinopsis: Mi familia italiana
En un pequeño pueblo de Puglia, Italia, se celebra el décimo aniversario de la muerte de su más ilustre vecino, Saverio Crispo, un grande del cine italiano. Al homenaje asistirán sus cinco hijas y dos de sus mujeres. La convivencia entre ellas será complicada y descubrirán secretos que aún escondía su padre, un auténtico latin lover.
Crítica: Mi familia italiana
Mi familia italiana comienza con el acelerador pisado hasta el fondo. Poco hay que presentar salvo un pequeño recuerdo del eje central de la trama, ese latin lover italiano llamado Saverio Crispo. Con una cuidada ambientación se nos presenta la vida y obra del ficticio ídolo a través de su filmografía, donde no solo vemos su evolución como actor sino también las distintas épocas del cine a través de sus films. Quizá este recurso sea lo más reseñable de un cinta con una clara vocación coral que se acaba quedando a medio gas en lo que a comedia se refiere.
La premisa y la trama nos conducen por un mar de enredos pasados y presentes que buscan la sonrisa cómplice más que la carcajada desmedida; convirtiendo la película en una reunión de viejos conocidos y antiguas rivales con un humor elegante que puede desilusionar a los que buscaban algo más ligero. Y es que el guion de Giulia Calenda y la directora Cristina Comencini, se desarrolla satisfactoriamente pero parece no afanarse en explotar la vis cómica de sus situaciones. Lo que no se puede negar es su manifiesta declaración de protagonismo a la mujer, con una fortaleza y valentía por parte de sus personajes dignas de mención, para lo cual se recurre a un reparto coral donde la complicidad entre las actrices se convierten en lo más delicioso del film.
Más allá de su trabajo como narradora donde más destaca Comencini en la dirección de actores; en este caso sería más correcto decir actrices, donde todas están fantásticas, con Virna Lisi regalándonos su última interpretación antes de su muerte. El resto del elenco la acompañan de manera notable con una gran química, resaltando el plantel español que sorprende sobre todo en el caso de Candela Peña (con la mayoría de carga cómica), Jordi Mollá más recatado de lo que nos acostumbra y un poco por detrás Marisa Paredes y Lluis Homar. Destacan por encima de todos dos secuencias donde el poderío de las actrices se hace valer, siendo la primera una conversación nocturna sencilla pero efectiva y la segunda la proyección del homenaje a Saverio, donde todas expresan su emoción sin necesidad de decir una palabra.
Mi familia italiana destaca más como homenaje al pasado dorado del cine italiano y europeo, donde los Alain Delon, Marcello Mastroianni y Jean-Paul Belmondo inundaban la pantalla, que como comedia. Su argumento es disfrutable aunque no llega a cotas cómicas como otras cintas de temática parecida, pues tampoco lo busca. Y es que Comencini parece dar más valor a la relación de una familia desestructurada pero unida por la admiración al padre y marido que al gag por el gag, y es ahí donde reside su singularidad.
