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Foto de la película Mandarinas

Mandarinas: Crítica de la película

Mandarinas ha conseguido hacer historia al haberse convertido en la primera película de origen báltico que consigue ser nominada a un Oscar. Si a eso se le suma su apuesta por reflexionar sobre la naturaleza humana a partir de su historia más reciente, al film de Zaza Urushadze le sobran motivos para convencer al espectador de que merece un visionado.

Mandarinas: Crítica de la película

Podría decirse que Mandarinas es un canto a la humanidad: una fábula amable y un tanto amarga en el que cada personaje aprende su lección y asume sus consecuencias para poder seguir adelante. Sin embargo, sería injusto calificar el tercer largometraje de Urushadze como una obra simple llena de moralina: su sobriedad y su delicadeza la convierten en un sensible alegato contra la barbarie.

Foto de la película Mandarinas
Foto de la película Mandarinas

Partiendo de un planteamiento sencillo como es el parcial confinamiento de cuatro hombres que se ven obligados a convivir y entenderse, Mandarinas teje a su alrededor diversas subtramas que contemplan desde perspectivas distintas las implicaciones de una guerra, y es que hay tantas maneras de representar un conflicto como formas de vivirlo. Por una parte, habla del vínculo con el hogar a través de Margus e Ivo, que se aferran a su vida diaria (aparentemente) por su conexión -representada aquí por una extensa producción de mandarinas- con una naturaleza y un lugar en la que sus familias apenas llevan establecidas 100 años; por otro lado, se contempla el atraso: un país que lucha por alcanzar un determinado futuro pero donde en realidad las vidas parecen quedar en suspenso, al margen de los habitantes que abandonan sus tierras y los soldados que ocasionalmente transitan por ellas. Finalmente, el film también trata sobre las personas que se encuentran detrás de los ideales, de las verdades (divinas y humanas) que esconden quienes han elegido apretar un gatillo.

Imagen de la película Mandarinas
Imagen de la película Mandarinas

Funcionando Ivo como guía, dado que su experiencia y sus heridas le aportan una perspectiva más amplia que la de los dos soldados, el film se detiene en las tareas y actividades más triviales (los desayunos, las sobremesas…), haciendo que la guerra se viva y se batalle en un pequeño cuarto que termina por convertir la diferencia en singularidad: un lugar de desencuentros y entendimiento en el que se descubre que los motivos que dirigen la lucha en ocasiones no tienen que ver con las razones que llevan a las personas hacia ella (las razones económicas del checheno, por ejemplo). En una lenta y constante evolución hacia la tolerancia en la que cada momento de distensión es arruinado por un enfrentamiento (verbal o físico), Mandarinas hace hincapié en que sea el conocimiento del prójimo y no su enfrentamiento mutuo lo que de verdad puede conducir hacia el progreso social: lo que cambia a los protagonistas no es el combate y el horror de la guerra, es la obligación de humanizar al enemigo.

Imagen de la película Mandarinas
Imagen de la película Mandarinas

Así, la película se beneficia de una calma tensa y un ritmo delicado delicado y paciente (a pesar de su continuo movimiento de cámara), en torno a una historia casi circular (como muestra el ligero cambio entre los objetos que, como carpintero, crea con sus manos detalladamente Ivo) que no evita hablar de expectativas inasumibles (referencias a la mentira del cine incluidas), de tragedia o de vidas en las que ya no queda absolutamente nada, ni por defender ni por lo que continuar.

Mandarinas resulta así un film que aunque deja ver desde el principio sus intenciones, lo hace de una manera que no resulta tramposa ni excesivamente fácil. Una historia humana que busca la redención del ser humano por encima de sus diferencias.

Mandarinas: Sinopsis de la película

En 1990 la provincia de Abjasia, en Georgia, se encuentra inmersa en medio de la guerra por la independencia. Como el resto de habitantes de la zona, la familia de Ivo (Lembit Ulfsak), de origen estonio, ha optado por dejar su hogar y volver a su país, mientras que Ivo decide quedarse para ayudar a su amigo Margus (Elmo Nüganen) en la próxima recolecta de la campaña de mandarinas. Aunque la guerra aún no ha llegado de forma directa a la zona, un día un convoy checheno y otro georgiano se estrellan delante de la casa de Margus, alterando la tensa calma en la que conviven los dos amigos. Incapaces de dejar a los soldados a su suerte y con miedo de que los vehículos atraigan a más soldados, Ivo y Margus entierran a los fallecidos y trasladan a los heridos, uno de cada bando, a casa de Ivo para poder atenderlos. En los días venideros, los cuatro hombres comenzarán una tensa convivencia en la que aprenderán que las implicaciones de la guerra van más allá de consignas y del abatimiento del enemigo.

Cartel de la película Mandarinas
Cartel de la película Mandarinas

Mandarinas: Trailer de la película

DIRECCIÓN
8
GUION
7.5
INTERPRETACIÓN
8.5
FOTOGRAFÍA
7.5
Reseña de lectores10 Votos
7.8
LO BUENO
Su intención
Lo malo
Continuos movimientos de cámara que no parecen aportar ninguna intención más allá de la estética
7.9