Michael Hoffman se pone al mando de la dirección en Lo mejor de mí, la adaptación cinematográfica de otra de las novelas del escritor Nicholas Sparks, autor de El diario de Noa, que una vez más nos ofrece una historia repleta de sobrecargado romanticismo y amores aparentemente imposibles.
Lo mejor de mí: Crítica
Un género tan explotado comercialmente como es el drama romántico implica dificultades notables a la hora de sorprender al espectador. Y es que si por algo se caracterizan los filmes de esta índole, es por ceñirse a unas bases demasiado marcadas, basadas en el uso de arquetipos y convenciones por tal de hacer de una historia que debería ser de difícil digestión, un paseo agridulce que finalmente deja con buen sabor de boca. Así es como el director, Michael Hoffman, ha caído en la habitual maldición que acompaña al género, haciendo de su filme un material demasiado típico, que desde la primera escena sugiere cuál será el desarrollo del filme (así como su final), evitando que la recepción del público vaya más allá de una simple sensación de indiferencia al verse expuestos ante una obra tan carente de significado, como de potencial psicológico como para trascender en sus emociones. En definitiva, Lo mejor de míes un largometraje que no marca ningún hito ni en la historia del cine, ni en el cine de romances.
La estructura narrativa de “Lo mejor de mí” propone un cierto grado de originalidad al mostrar dos historias que avanzan paralelamente a pesar de pertenecer a épocas distintas, pero, no obstante, el contenido de ambas resulta vacío, como si no pretendiera darle al espectador un motivo para interesarse por el desarrollo argumental, al haberse traicionado a sí mismo al utilizar un contenido machacado a lo largo del género: en la primera historia (tiempo presente), dos adultos que un día compartieron el primer amor se reencuentran y comprueban que no son tan felices como quisieran a causa de problemas que surgen en el momento en que sus caminos se separan, haciendo que el contenido hable por sí mismo acerca de futuros acontecimientos; en la historia perteneciente al tiempo pasado, un chico cuya vida se ve frustrada por una familia problemática empieza a salir con una chica de clase alta cuyo entorno familiar y social poco tiene que ver con él (amor imposible de base shakesperiana). Todo ello complementado con una sensación de endulzada ilusión que niega la posibilidad del componente dramático de ejercer una función emocional que realmente impacte al espectador.
Quizás uno de los pocos aciertos en Lo mejor de mí sea el trabajo llevado a cabo por Michelle Monaghan, que sí nos ofrece una buena caracterización e interpretación de su personaje al reflejar el peso del drama que recae sobre su dura vida cómo madre y esposa, a pesar de verse en medio de un guión que “destaca” por su alto contenido en tópicos, suprimiendo la oportunidad de mostrar el dramatismo que realmente es capaz de ofrecer (tal y como hizo anteriormente en True Detective ,también como mujer castigada por un duro matrimonio).
Lo mejor de mí: Sinopsis
Después de algo más de veinte años sin verse, Dawson Cole (James Marsden) y Amanda Collier (Michelle Monaghan) se reúnen a causa del reciente fallecimiento de Tuck, un amigo en común que les cuidó como un padre cuando sólo eran dos adolescentes. Pero a pesar de haber construido sus vidas alejados el uno del otro, perdiendo todo el contacto posible y convirtiéndose casi en desconocidos, el recuerdo del primer amor les llevará a recordar lo que un día fueron, llevando a cabo un viaje en el tiempo para recuperar la idílica historia que un día les unió (y les separó), y volviendo a sacar a la luz sentimientos que creían enterrados.