Julianne Moore y Ellen Page protagonizan este drama basado en hechos reales sobre la igualdad para las parejas del mismo sexo. Una película necesaria cuya ejecución no está a la altura de las circunstancias.
Crítica de ‘Freeheld, un amor incondicional’
El caso real de Laurel Hestel y Stacie Andrée fue sonado en Estados Unidos, y supuso un gran paso en la lucha por los derechos del colectivo LGTBI. Su adaptación a la gran pantalla, peca de ser demasiado convencional y fiel a los hechos, siendo su principal problema el guion y una dirección que no arriesga nada, dejándolo todo en manos de sus dos grandes intérpretes.
El libreto, escrito por Ron Nyswaner presenta un primer acto abrupto, donde parece que todo tiene que pasar muy deprisa para llegar a lo realmente importante. El romance de Laurel y Stacie se desarrolla muy rápido y no resulta nada creíble. Este hecho sorprende sobre todo en una película que no llega a las dos horas de duración y que se podía haber tomado más calma en determinadas situaciones. Sin embargo, aun con este problema, la historia de amor es lo mejor resuelto de un guion que se pierde en lo que quiere contar; desequilibrando la trama principal, en concreto con las apariciones del activista gay, lo peor del film con diferencia. El clímax, donde se desarrolla la vista final, carece de la emotividad necesaria y resulta insatisfactorio para el espectador, que lleva esperando este momento desde el inicio de la historia.
La dirección de Peter Sollett se muestra convencional y cercana al telefilm, sin ningún tipo de marca personal, salvo un cuidado especial por sus actrices principales, a las que dirige con soltura y regala algún plano destacable como los que se desarrollan en la playa. La irregularidad del guion se mantiene en la realización, que narra un primer acto rítmico y rápido, para pasar a un desarrollo que se pierde en las subtramas, las cuales entran a destiempo.
Lo mejor de Freeheld, un amor incondicionales poder ver a la gran Julianne Moore enfrentándose a un personaje dramático y cargado de dignidad. Su presencia engrandece una película que por lo demás no tendría más trascendencia que el tema que trata. Moore consigue encoger el corazón del espectador, viendo cómo se degrada a causa de su enfermedad. Su compañera Ellen Page, le planta cara y demuestra su crecimiento como actriz, midiéndose frente a una de las grandes y saliendo airosa de la batalla. La química entre las dos actrices es total, lo que acrecienta el dolor del público ante el triste desenlace. Michael Shannon, que interpreta al compañero de Hestel está correcto dentro de lo que permite su papel, y tan solo se puede lucir en la secuencia donde descubre la orientación sexual de Laurel. Steve Carell vuelve a interpretar un papel extravagante, en este caso el de un activista gay. Su trabajo es bueno, como no podía ser de otra manera en un cómico de su categoría, pero su personaje se sale completamente de tono en la historia y provoca rechazo continúo, restando dramatismo a la situación. El actor cumple, pero esta no es su película.
“Freeheld, un amor incondicional” tan solo destaca por sus interpretaciones y por el tema que trata. Una problemática que necesita visibilidad, pero a la que no han sabido sacarle provecho. Siendo este un film, que quedará como menor en la filmografía de dos grandes actrices como Moore y Page.