Los Warren vuelven a abrir su expediente para expulsar fantasmas. En este caso Enfield viajan a Londres para socorrer a una familia.
Sinopsis de ‘Expediente Warren 2: El caso Enfield’
Finales de 1970. Tras los sucesos acontecidos en Harrisville (Expediente Warren. 2013), el matrimonio Warren viaja a Londres. Tienen la intención de determinar la veracidad sobre los sucesos paranormales de una humilde casa del barrio de Einfield. Al parecer una de las hijas (Madison Wolfe. Trumbo 2016), es sobre la que se concentra la mayoría de los sucesos.
Sin embargo, Lorrain Warren (Vera Farmiga) es reacia a implicarse. Unas inquietantes visiones premonitorias de médium la advierten sobre la fatalidad del caso.
Crítica de ‘Expediente Warren 2: El caso Enfield’
La primera aventura cinematográfica de este matrimonio de cazafantasmas dejó muy alto el listón. Las películas de terror basadas en fenómenos paranormales -ya estén bien documentadas o no, ya respeten los sucesos originales o no- siempre llaman mucho la atención. En aquella ocasión, el director James Wan (Creador de la saga Saw y director de la primera. Insidious e Insidious 2. Fast and Furious 7.) y los guionistas Chad y Carey Hayes (La casa de cera, 2005. Expediente Warren, 2013) dieron en el clavo. Se tomaron en serio un género que había revisitado tantas veces el tipo de la casa embrujada y llevaron a la gran pantalla un caso de la vida real de dos personajes que habían inspirado un montón de películas: Los Warren.
El matrimonio Warren
En la primera entrega nos los presentaron, les seguimos hasta una casa embrujada y les vimos enfrentarse al escalofriante caso de Harrisville. Todo en serio y todo con un trasfondo cuya historia original se remontaba hasta el siglo XIX. Todos los amantes del género de terror al uso (sustos en la butaca) salieron bien contentos y los que exigían un mayo trasfondo, también quedaron atrapados. En el caso Enfield… los primeros seguirán estando contentos gracias a las dos horas y cuarto de continuos y rebuscados respingos… pero los segundos dirán bueno, más de lo mismo, que tampoco está mal. Y es que amigos, una vez reinventada la rueda, viendo que funciona, es complicado aventurarse con otros diseños.
Así que sí. La película sigue una estructura parecida. Los Warren vuelven a tirar de archivo para presentar un caso real sin escatimar en formidables recursos cinematográficos. La recreación de la época es excelente, el vestuario es impecable y los decorados están cuidados hasta el último detalle. La casa ha sido radiografiada y reproducida la localización -que tampoco es muy difícil gracias al similar corte de los barrios ingleses- y los pequeños cambios han sido realizados a favor de la historia. Algunos de los personajes han sido reproducidos con tanta fidelidad que parece hayan sido invocados directamente de 1977. Así que sí, como decía, el aspecto técnico y visual es perfecto.
El reparto de la película
El reparto ya conocido que conforma la famosa pareja de investigadores de lo oculto Vera Farmiga (Up in the air, 2009) y Patrick Wilson (Insidious, 2010) interpretan bien su papel como cabía esperar, mientras que los que dan vida a la familia de afectados por los fantasmas lo hacen de manera excelente. Frances O’connor (Al diablo con el diablo, 2000) juega a la perfección el papel de madre responsable de la familia que no tiene ningún recurso que encima tiene que lidiar con espíritus posesiones y demás.
Y los niños, pues que decir. Lo dan todo. Desde el pequeño Billy (Benjamin Haigh) protagonista de una de las escenas más aterradoras, pasando por responsable adolescente Margaret (Lauren Esposito), hasta llegar a Janet (Madison Wolfe) la protagonista de este asunto. Sí, también está el personaje de Johnny (Patrick McAuley), otro hermano más de la familia y que también lo hace muy bien… pero que a nivel de guion sobra ya que sus actos bien podrían haber sido asumidos por la hermana adolescente. No obstante, el chaval tiene su escena de protagonista.
La realidad del Caso Enfield
Lo curioso de la película es que más o menos recrea con fidelidad los hechos que relatan los investigadores involucrados. Sin embargo los verdaderos protagonistas no fueron los Warren, que sí se pasaron por ahí a husmear un poco. Uno de los personajes clave que estuvo presente durante todo el caso, Maurice Grosse, (interpretado por Simon McBurney), fue un investigador real, perteneciente a la organización más antigua dedicada al estudio de los casos paranormales -La Society for Psychical Research, fundada en 1882 y a la cual llegaron a pertenecer dos primeros ministros (Arthur Balfour y William Gladstone) Sigmund Freud, el psiquiatra Carl Jung y el de sobra conocido Sir Arthur Conan Doyle- pasa por la película de forma tan anecdótica, que asusta.
El señor Grosse, respetado ingeniero industrial, que había servido en la Artillería Real durante la segunda guerra mundial, es ninguneado abiertamente por ambos Warren en la película. La señora Warren subestima sus conocimientos tratándole como si fuera un aficionado. Él le ignora deliberadamente mandándole callar en una ocasión. Y eso que hasta el día de su fallecimiento en el 2006, este investigador fue una de las pocas personas que creyeron en la veracidad de los sucesos. Hacer incapié en esto podría parecer una nimiedad pero teniendo en cuenta la actuación del matrimonio -total apoyo a la afectada familia, compromiso en la investigación, formar parte de un gremio siempre cuestionado (con razón)- este tipo de contradicciones son las que tiran abajo la fuerza de la historia.
Expediente Warren 2: Más es menos
Es más, la película juega a más. Nada de sutileza. Empieza bien arriba y termina ya… en fin. Imaginaos. Bueno para los que quieran entrar en una atracción de sustos. Cercano al aburrimiento para los que busquen una buena e inquietante historia de fantasmas. Se salva gracias a que la mayoría de las escenas, como ya he comentado, están muy inspiradas en la documentación del caso. Un aliciente que no se puede ignorar.
Para concluir, he de señalar las ganas de estirar el chorizo -alargar el tiempo de la película- con artificios y escenas totalmente ajenas a la trama. El hombre retorcido (me alegro sinceramente de que Javier Botet esté en todas las producciones de terror) y el caso de Amityville -caso real de los warren-, más parecen una presentación de un posible spin-off a lo Annabelle o una futura precuela del matrimonio cazafantasmas. Aportan tan solo dos largas excusas para asustar, de forma brillante eso sí.
Fuera se han dejado los detalles. Lejos han quedado las sutilezas, que son las que de verdad calan en el subconsciente, que son las que despiertan a los espectadores en mitad de la noche para evitar que vuelvan a conciliar el sueño rápidamente. No es un desastre. Cuenta con buenos elementos. Pero tampoco será algo que quite el sueño -nunca mejor dicho-.