Es un tópico decir que las películas basadas en novelas son peores que su original. Aunque hay muchos ejemplos de lo contrario, (“La Naranja Mecánica” o “El Club de la lucha” sin ir más lejos) se tiende a pensar que están peor contadas y carecen de la magia de la página impresa (o kindleada). Eso sucede por culpa de films como “El niño 44”, cintas que fotografían la novela en la que están basadas, y dejan entrever una gran historia detrás, pero que se resuelven sin profundidad ni punch suficientes para satisfacer al espectador.
Sinopsis
Leo Demidov (Tom Hardy) es un héroe de guerra en la Rusia Comunista. Trabaja como agente de seguridad descubriendo traidores y está enamoradísimo de su esposa Raisa (Naomi Rapace). Sin embargo, toda su vida dará un vuelco cuando se ponga a investigar los misteriosos asesinatos de unos niños junto a las vías del tren, y descubra que su mujercita tal vez no le adore tanto como él piensa…
Crítica de la película
Lo primero que hice al acabar de ver El niño 44 es correr a una librería a buscar la novela en la que está basada, porque la historia tiene material de primera categoría. En primer lugar, un ambiente muy atractivo: Esa Unión Soviética de la post-guerra, impregnada de totalitarismo, espías y dobles caras. Después, una historia de amor que se convierte en incondicional pero que no puede evitar ser contaminada por la sociedad de la época. Y, por si fuera poco, una historia detectivesca de crímenes a niños. ¡Quién pillara un material así!
Sin embargo la película, como digo dos párrafos atrás, resulta insatisfactoria. Empezando por el orden narrativo del concierto. Siendo un guión en el que todas las tramas están impregnadas por el mismo conflicto social, da la sensación de que la narración está desmigada, alternando tramas independientes en el espacio como si se tratara de una dramedia televisiva.
Una lástima, porque se atisba un aroma muy cinematográfico en ciertos momentos de Tom Hardy y, especialmente, Naomi Rapace y los siempre cumplidores Gary Oldman y Vincent Cassel. Me atrevería a decir que en la propuesta hay incluso ecos de películas como “La vida de los otros” o, venga, me tiro a la piscina, “Doctor Zhivago”, pero se perciben demasiado lejanos.
Y es que El niño 44 resulta interesante en cuanto a los sucesos que en ella transcurren, pero se percibe cierta tendencia a ensalzar las escenas por encima del conjunto. Hay momentos duros, momentos intrigantes y momentos muy intensos dramáticamente, pero el tránsito entre ellos se hace a trompicones, cuando no directamente atropellado.
Uno supone que con otro guión y, especialmente, con otro director, El niño 44 podría haber sido película de racimo de Oscars. Se echa en falta una mano firme que dé sentido al conjunto. Como en la prueba final de Masterchef, uno compara el plato de Berasategui con el de los aspirantes y ve que tienen los mismos ingredientes colocados de igual forma en el plato, pero nota que uno va a estar mucho más rico que el de al lado.
Si El niño 44 es un plato de expulsión o merece ser catado lo decidirá el espectador según su apetito y exigencia. Eso sí, estamos seguros de que no complacerá a los paladares más exigentes.