‘El cadáver de Anna Fritz’ llega aprovechando la festividad de Halloween a la cartelera. Una propuesta floja, cuyo argumento tan sólo da para un corto, y donde lo único rescatable es la interpretación de Alba Rivas.
Crítica ‘El cadáver de Anna Fritz’ (2015)
Fin de semana de Halloween, momento elegido por todas las distribuidoras para estrenar aquellas cintas relacionadas, de una manera u otra -con que lleven en su título algún elemento de terror ya hay excusa-, con el cine de género. El gran público llegará este fin de semana “sediento de sangre, vísceras y sustos” a los cines buscando su dosis de terror anual pero ¡ojo, no es todo horror lo que se esconde tras títulos tan atractivos como El cadáver de Anna Fritz!
La premisa de la que parte la película no puede ser más siniestra y desagradable, por el tema que trata en si, algo que en cierto modo también aporta atractivo y expectación. Anna Fritz (Alba Rivas) es una actriz de renombre en a nivel nacional e internacional que pese a su juventud ya ha rodado con los más grandes cineastas, ha recibido numerosos reconocimientos, ha sido portada de revistas gracias a su belleza… pero ante la muerte todos somos iguales y sin más explicación una mañana aparecerá muerta en la habitación de un hotel. Su cadáver será trasladado hasta la morgue de un hospital donde su cuerpo aguarda en espera de una autopsia. Pau, un joven celador del hospital, avisa a sus dos amigos Iván y Javi para juntos descubrir el cuerpo de la hermosa actriz desnudo. Y ¿qué pensáis que pasará luego? La premisa, las fotos y el trailer ya no dejan mucho a la intuición en cuanto al destino del cuerpo de Anna Fritz, que será violado por dos de los tres amigos, para luego despertar del profundo coma en el que se encuentra.
Hèctor Hernández Vicens dirige este largometraje de 76 minutos cuya trama no da para mucho más que un corto. Y esa es la sensación que en definitiva da este guion coescrito por el propio director junto a Isaac P. Creus, el de un corto estirado hasta el máximo para conseguir sobrepasar los 60 minutos reglamentarios que hacen falta para convertirlo en un largo. Además parte de una premisa tan prometedora como poco original que recuerda en gran parte al, por el contrario que esta, majestuoso arranque de ‘Kill Bill’ (2003) donde el personaje de Uma Thurman era violada repetidamente por un celador del hospital donde permanecía ingresada tras caer en un profundo coma durante cuatro años, al despertar comenzaría su particular venganza y el primero en caer será dicho celador (escenaza donde las haya). Pero vamos, cualquier comparación de esta El cadáver de Anna Fritz con Tarantino, Uma Thurman y ‘Kill Bill’ es más que odiosa.
Además encontraremos en los personajes muchísimas contradicciones que tan poco hacen ningun favor a la hora de que el espectador se involucre en el avance de los acontecimientos. Por un lado tendremos el extraño caso de Pau (Albert Carbó), el celador se nos presenta como un tipo tímido al que sus amigos tienen que animar para que salga de fiesta o se tome una copichuela en la parte de atrás del hospital… en breves minutos veremos su trasformación, de estar llamando la atención a sus amigos porque están armando mucho ruido, incitándole a que beba o se meta una rallita, a invitarles a entrar en el hospital para colarlos en la morgue y enseñarles el cuerpo desnudo de la actriz. Y por otro el de Javi (Bernat Saumell), uno de los amigos que llega “venisísimo arriba” a buscar a Pau al hospital, dispuesto a buscar muchos “coñetes” en una fiesta y sin ningún reparo por meterse unas rallitas sobre los cubos de basura colocados en la parte trasera de un hospital, pero en pocos minutos también se habrá reconvertido, ahora en el bueno y responsable del grupo. ¿Alguién entiende algo?
El cadáver de Anna Fritztermina resultando un “quiero y no puedo”. Quiero sonar bestia para atraer con una premisa espectacularmente espeluznante, potente y cargada de morbo, pero tampoco creo que ninguna distribuidora nacional quiera mover mi material por los cines, con lo cual hay que rebajar el contenido sexual y de violencia de muchas escenas que pedían a gritos más gore propio de la serie B.