Critica El bosque de los suicidios, los yurei del Aokigahara

Fantasmas, suicidios y un trasfondo real. En esta crítica de “El bosque de los suicidios” descubrirás por qué merece la pena adentrarse en el cine.

Crítica: El bosque de los suicidios

El bosque Aokigahara está en las faldas del japonés monte Fuji. Hay una zona que tiene el sobrenombre de “El bosque de los suicidios”. Al igual que el puente Golden Gate de San Francisco o el viaducto de Madrid, este bosque apenas habitado por animales, donde los móviles y las brújulas no funcionan debido a los depósitos de hierro repartidos por la montaña, atrae a decenas de suicidas a lo largo del año. En ese misterioso y bello paraje habitan los yurei, fantasmas con muy mala leche que quieren engañar a los incautos, amedrentar a las personas que pasan por malos momentos y hostigar a todos los que se salen de la ruta marcada, para incitarlos a atentar contra su propia vida. Si ahora dijera que este es sólo el argumento de la película de “El bosque de los suicidios” más de alguno respiraría tranquilo, pero quitando lo de los fantasmas, todo lo demás es cierto. Vamos, que es un paraje precioso donde no es difícil perderse y/o encontrarse con un muerto.

Imagen de la película "El bosque de los suicidios"
Imagen de la película “El bosque de los suicidios”

“El bosque de los suicidios” se sale de la norma habitual de las películas de terror y sin embargo hace una apuesta clara que le hace encaminarse con acierto a seguir patrones de obras clásicas. El terror está dosificado y tiene un alto componente psicológico. Si bien es cierto que en contadas ocasiones recurre al sobresalto casi injustificado y al susto fácil, esto no logra empañar la idea principal. Es al final cuando ya se pierde el respeto por los fantasmas, pero eso algo habitual en este tipo de género.

La película podría haber empezado con la típica frase de “basado en hechor reales”, introducir la historia presentándonos el bosque, o utilizar imágenes reales de sucidas encontrados en el bosque. No sería la primera vez que vemos fotografías sacadas de contexto (pero de personas al fin y al cabo) para iniciar una película de terror. Sin embargo, el buen gusto del director Jason Zaday el buen hacer del equipo de guión (Nick Antosca, Sarah Cornwell y Ben Ketai) se impone para contarnos esta inquietante historia de terror correctamente argumentada.

La protagonista Natalie Dormer (algunos la conocerán por ser “la reportera” que sigue a Katniss en sus aventuras en “Los juegos del hambre”, otros por ser Margaery Tyrell en la serie “Juego de Tronos”), juega doble con su papel de Saracuya hermana, Jess, ha desaparecido en el famoso “bosque de los suicidios” de Japón. Todos la dan por muerta a la rebelde Jess pero Sara, que tiene una conexión especial con su hermana, tiene el presentimiento de que sigue con vida. Así Sara emprenderá un viaje a contrarreloj a Japón con la determinación de salvar a su hermana de su infortunio enfrentándose a miedos propios y a lo desconocido.

"El bosque de los suicidios" es un lugar real (aunque la película no se filmó ahí)
“El bosque de los suicidios” es un lugar real (aunque la película no se filmó ahí)

A partir de ahí descubriremos las particularidades del lugar a las que tendrá que enfrentarse la protagonista; una audaz mezcla de realidad y ficción que confundirá tanto al personaje como al espectador. De hecho, la mayoría de la información que se descubre sobre el bosque, así como los lugares que visita la protagonista en este, son reales. Es cierto que el bosque tiene cuevas y agujeros (es raro el bosque que no tiene algo así), es cierto que se anuncia constantemente que no se salga del camino (eso no se ve mucho pero es de sentido común), es cierto que hay carteles que te hacen recordar a tus seres queridos (esto ya no es habitual), como también es cierto que existen expediciones que buscan a los suicidas de forma regular (sin comentarios).

La película cuenta con una estructura clásica que puede encontrarse en relatos de terror como HP Lovecraft. Hay un hecho misterioso -la desaparición de la hermana-, los personajes tiene un pasado marcado por la desgracia -esto lo descubriréis en la película-, hay hasta una pequeña parte de documentación por parte de la protagonista, la desazón inducida o no por los espíritus inunda el ambiente -la famosa pérdida de cordura a la que hay que enfrentarse para entender la realidad suprema de los primigenios-, y la zona es un lugar terrenal que parece lindar con el más allá. Y sin embargo, no deja de ser un bosque. Pero vaya bosque que hasta ahí mismo existe (y esto también es verdad) una morgue de tantos suicidas que acuden al lugar.

“El bosque de los suicidas” camina sobre el filo de lo interesante y lo cotidiano, pisando en más de una ocasión el lado tedioso y predecible del cine de terror actual. Por suerte el director y su equipo decidieron alejarse de la ya pasada moda del terror japonés, y por desgracia, no sigue los impulsos más impredecibles que le aporta el tener en las miras películas clásicas de terror, casi psicológico, como la fantástica “La semilla del diablo” o “Psicosis”.

Si eres un amante del género del terror adentrarte en el bosque es obligatorio. Ahora bien. Si vas de destripa terrones seguro que te despistas anticipando el final que, por muy listo que te creas, todos vemos predecible. Aunque, a parte del final y las obligadas citas con los picos de sonido, esta se aleja bastante de las convencionalidades del género. Además hay un constante doble juego muy entretenido que, si se observa con atención, es bastante perturbador. Finalizaré diciendo que si nos encontráramos “El bosque de los suicidios” en mitad de un festival de cine fantástico, lo pasaríamos muy bien.

Trailer: El bosque de los suicidios

DIRECCIÓN
7
GUIÓN
6
INTERPRETACIÓN
7
Reseña de lectores6 Votos
5.6
LO BUENO
Tiene atisbos de grandeza en la forma del género.
Se basa en una realidad (y se acoge a otras leyendas) que es escalofriante en sí misma.
La producción y la creatividad es fantástica.
LO MALO
Parecen estar obligados a incluir el corte convencional del terror (sustos y picos de sonido)
Llegando al final, la historia pierde intensidad.
6.7