Con el Premio Cesar a Mejor Documental como garantía y con un proyecto pedagógico, editorial y fotográfico acompañando su estreno, “Camino a la escuela” llega a España dispuesta a agitar conciencias y a hacer reflexionar al espectador.
Sinopsis de “Camino a la escuela”
Jackson y su hermana Salomé recorren cada mañana 15 km a través de la sabana para poder ir al colegio; con el mismo objetivo, Carlitos y su hermana Micaela atraviesan a caballo cada día 18 km a través de los Andes; Samuel, cuya silla de ruedas empujan sus dos hermanos pequeños, atraviesan slums y carreteras de barro durante 4 km; por su parte, Zahira y sus amigas caminan cada lunes por el Atlas 22 km para poder llegar a la pensión donde se hospedan, y poder así asistir a clase. A pesar de que en el llamado primer mundo ir a la escuela es, en la mayoría de los casos, una pesada obligación, en otros lugares la educación sigue siendo un privilegio y una oportunidad. Por ello, el camino que separa a alumnos y a colegios es un peaje mínimo para poder alcanzar los sueños.
Crítica de “Camino a la escuela”
Dice el director Pascal Plisson que “Camino a la escuela” nace de lo que observó por casualidad mientras estaba rodando otro proyecto en Kenia, cuando vio a tres chicos caminando a pleno sol para poder llegar al colegio. Esa toma de conciencia, el redescubrir las proezas que se esconden bajo la apariencia de lo ordinario, es la sensación que domina y consigue transmitir este documental.
Aunque quizás falla en la forma de presentar el conflicto y abrir una posibilidad al fracaso (el espectador sabe que todos lo conseguirán salvar los obstáculos y llegarán a tiempo a clase), “Camino a la escuela” sirve como una inspiradora radiografía de todo aquello a lo que nuestra sociedad moderna ha dejado de dar valor. Acompañando a los chicos de una manera poco intrusiva y que sugiere un ligero trabajo de escenificación (de hecho, abundan los grandes planos generales que permiten apreciar la determinación de los pequeños ante el vasto y desafiante entorno que los rodea), cada uno de los protagonismos da cuenta de una realidad distinta, de una dificultad diferente. Sin resultar un reproche o una acusación, el documental muestra a cada protagonista en su entorno el día antes de acudir a clase y durante el trayecto para mostrar así las dificultades del camino (animales peligrosos, inclemencias del tiempo, lesiones…) pero también, y pese a lo controvertido que pueda sonar, lo afortunado de su situación: el poder disponer del tiempo y de la oportunidad de formarse, y el tener familias que, frente a las discapacidades o la discriminación imperante, consideran que la educación de sus hijos es vital para su futuro.
Las vidas de Jackson, Zahira, Carlitos y Samuel muestran algo más que el reflejo de una situación o un síntoma social; sus viajes son una forma de superación, de crecer, de dejar atrás la niñez y enfrentarse a una dura vida real; pero también es la demostración de que tienen la voluntad necesaria para alcanzar sus metas, sean estas grandes o pequeñas.
“Camino de la escuela” muestra así una historia que, lejos de los hechos noticiosos de cada día, necesita ser recordada. Incita al debate acerca de nuestros valores como sociedad y lo hace de una manera elegante que huye de moralinas y dedos acusatorios. Y, sobre todo, es una excelente opción para iniciar en la no ficción a los más pequeños e invitarlos a reflexionar y a debatir alrededor de una propuesta que les resultará interesante e incitará su curiosidad sobre el complejo mundo que los rodea.