Stuart Beattie dirige ‘Yo, Frankenstein’ basada en el cómic de Kevin Grevioux. La película se suma a las muchas aproximaciones sobre la criatura de Mary Shelley que se han realizado en el cine, una revisión en principio atractiva que enfadará, y con razones suficientes, a los incondicionales.
Sinopsis de la película ‘Yo, Frankenstein’
La criatura creada por el Dr Frankenstein, Adam (Aaron Eckhart), vuelve a caminar sobre la tierra. Esta vez como héroe, interviene en la guerra desatada entre gárgolas y demonios que luchan por hacerse con el control de la especie humana. Los demonios liderados por Naberius (Bill Nighy) experimentan, de la mano de la doctora Terra (Yvonne Strahovski), con ratas para crear vida después de la muerte y cumplir con su maléfico plan de un ejército de muertos vivientes, cuando la doctora Terra descubre las verdaderas intenciones de los demonios decide ayudar a Adam. Demonios y gárgolas, con de su líder espiritual Leonore (Miranda Otto) a la cabeza, intentaran por todos los medios que Adam se sume a sus distintas causas.
Crítica de la película ‘Yo, Frankenstein’
El personaje de Frankenstein creado en el siglo XIX por la escritora Mary Shelley, ha tenido múltiples adaptaciones cinematográficas. Unas memorables como las de James Whale, Frankenstein (1931) y La Novia de Frankenstein (1935), otras en las que se pretendía ajustarse lo máximo posible a la novela de Shelley como Frankenstein de Mary Shelley(Kenneth Branagh, 1994), comedias de culto como El Jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974), un original cortometraje de Tim Burton (Frankenwennie, 1984) y las numerosas aproximaciones realizadas por la productora británica Hammer. Actores como Robert de Niro, Boris Karloff, Peter Boyle han interpretado a la criatura hecha de retazos, el último es Aaron Eckhart.
Yo, Frankesntein parte de una idea sugerente, la supervivencia del monstruo en la actualidad, desaprovechada al máximo por un argumento previsible con una trama más que vista: la lucha entre el bien y el mal y el triunfo del primero. La película se basa en el comic del mismo nombre creado por Kevin Grevioux, en la que actúa y firma el guion junto con el director y guionista Stuart Beattie (Mañana, Cuando la guerra empiece, 2010).
La segunda película de Beattie es un blockbuster sin ningún tipo de pretensiones más que las comerciales, la intencionalidad del producto es entretener sin romperse mucho la cabeza. De unos años a esta parte el cine pop corn es de los pocos que plantea, en mayor o menor medida, críticas claras a la sociedad de consumo, sin embargo Yo, Frankenstein se aleja de cualquier denuncia para encajar en un argumento y una construcción de personajes simplista; en el frente de los buenos las gárgolas y en el contrario los demonios que quieren someter a la humanidad. Aaron Eckhart, huyendo de la sociedad porque ha perdido toda su fe en los humanos, (le tendrían que advertir su naturaleza cosida a base de miembros de diferentes cuerpos) pasaba por allí, se sube al carro del bien y le bautizan como Adam. El protagonista, ante tanto estupor argumental, no sabe muy bien cómo encauzar su interpretación y opta por la vía rápida: la inexpresividad. El resto del reparto, tan perdido como Eckhart, se limita a salir del paso como puede y a tirar de todo tipo de clichés interpretativos.
La realización de Yo, Frankenstein se excede en planos aéreos, travellings circulares y un sinfín de recursos influenciados por la estética de videojuego que no aporta nada nuevo al género. Desde los primeros minutos, su director se olvida de la película y se centra en apabullar con efectos visuales y sonoros escenas de acción mil y una veces vistas. Empieza a resultar muy preocupante, en el vigente panorama actual y en todo tipo de género, el empleo de la voz en off; utilizar este recurso sin justificación clara, sólo para remarcar las imágenes que vemos, debería estar penalizado. Amén de un uso exacerbado de la música para intentar paliar las limitaciones de la película, y conducir al espectador por cada sentimiento que tiene que dejar fluir en las distintas secuencias.
Ahora que nos acercamos al verano y las salas de cine tienen que llenarse, encontraremos en la cartelera más de un ejemplo, como Yo, Frankenstein, destinado a esta época del año. La película de Beattie es una obra sin muchas pretensiones, que va perdiendo fuelle pasados los cinco minutos de visionado, dirigida a un público complaciente y poco exigente.