El cineasta Martin Provost nos presenta su quinto trabajo como director, ‘Violette’, un acercamiento a la vida de la escritora Violette Leduc, quien fuera coetánea de autores tan importantes como Simone de Beauvoir o Jean Genet. El resultado es una excelente cinta sin pero alguno dentro de un género, el biopic, que no suele estar a la altura con demasiada frecuencia.
Sinopsis de la película ‘Violette’
‘Violette’ aborda la biografía de Violette Leduc (Emmanuelle Devos) desde que viviera escondida con el escritor Maurice Sachs a finales de la Segunda Guerra Mundial, sobreviviendo gracias al estraperlo, hasta la publicación de su exitosa novela “La bastarda” en 1964. El aspecto en el que más se centra la película es en la intensa relación con Simone de Beauvoir (Sandrine Kiberlain), a quien conoció tras la posguerra en Saint Germain des Prés.
Crítica de la película ‘Violette’
Violette Leduc fue una de las grandes autoras de la literatura francesa. Pese a no hallarse entre las más conocidas, su importancia queda patente en el hecho de ser la primera mujer en usar el género de la “autoficción”, además de atreverse, en plenos años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, a escribir sobre temas tan peliagudos como el aborto o las relaciones lésbicas. El cineasta Martin Provost parece haberle cogido el gusto a adaptar para la gran pantalla la vida de grandes artistas no demasiado conocidas para el gran público, como ya hiciera en su anterior película ‘Séraphine’ (2008), biopic de la pintora Séraphine de Senlis, que se alzó con siete premios César.
El hecho de que muchos no conozcan el nombre de Violette Leduc (una impecable Emmanuelle Devos) no debe ser impedimento para acercarse a la propuesta de Martin Provost, quien no consigue el mero biopic de turno, sino que construye un relato magistral sobre la creación artística, la soledad y la búsqueda del amor. ‘Violette’ atrapa sin pestañeo alguno desde su comienzo gracias a la fuerza de un guión, una puesta en escena y unas interpretaciones absolutamente magistrales. Provost logra hacer fascinante de nuevo para el gran público a un personaje un tanto marginal desde el punto de vista histórico, como ya hiciera en ‘Séraphine’. La figura de Violette Leduc no se agota, en este sentido, al terminar la proyección, sino que el interés creado por el cineasta francés ante el personaje es de tal calibre que muchos querrán ir corriendo a una librería o biblioteca y hacerse con un ejemplar de “La bastarda” o cualquier obra de la autora.
La estructura de ‘Violette’ es literaria, como no podía ser de otra forma, donde cada capítulo da nombre a una de las personas que más importancia tuvieron en su vida. Un personaje fundamental en la vida de Violette Leduc fue Simone de Beauvoir, encarnada brillantemente en el film por Sandrine Kiberlain, siendo sin duda una de las bazas más atractivas del film. Para Leduc, Simone de Beauvoir se convierte en una mentora que la guía por los difíciles caminos de la literatura, pese a que la relación entre ambas estuviera marcada por la dependencia y fuera difícil desde el principio.
‘Violette’ es un acercamiento sincero a la figura de la escritora francesa, que no se instala en el terreno del cliché y la superficialidad, sino que opta por el tortuoso camino sufrido por la artista hacia el éxito, lo cual es de agradecer en un biopic. Lo normal en otras manos hubiera sido elegir a la Violette Leduc que se hizo famosa en los años sesenta del siglo XX. En vez de eso asistimos al drama de la soledad de una mujer que usa la literatura de salvoconducto para liberar fantasmas interiores en una búsqueda incansable del amor.
Por la época en la que está enmarcada, el ambiente intelectual y filosófico que rodea a la película no puede ser otro que el existencialista. Así, junto a Simone de Beauvoir, encontramos otros personajes fundamentales para trazar el perfil de Violette Leduc. Entre ellos se encuentra Jean Genet (Jacques Bonnaffé) y Jacques Guérin (Olivier Gourmet), ambos bastardos como ella. El ambiente existencialista es subrayado por un trabajo espléndido de fotografía por parte de Ives Cade, quien confiere al plano de una asfixia, parafraseando la propia obra de Leduc, y oscuridad totalmente necesaria para reflejar tanto el drama personal de la protagonista como de la propia posguerra.
Nos quitamos el sombrero ante la maestría de Martin Provost y su ‘Violette’. Una película de esas que dejan huella en la retina y en el alma, además de una maravillosa sensación al salir de la proyección de no haber perdido el tiempo. Más bien lo contrario. Nos instala en la convicción de haber presenciado un trabajo cinematográfico ejemplar y necesario, de esos que no se ven todos los días.
