Humor negro, ironía y sarcasmo hacia esta sociedad inmensamente capitalista en la que nos movemos. La película “St. Vincent” es una invitación navideña hacia la solidaridad, el optimismo y la esperanza donde el protagonista absoluto es un Bill Murray cascarrabias que conquistará al patio de butacas.
Sinopsis de la película “St. Vincent”
Vincent (Bill Murray) es un jubilado en números rojos al que apenas le llegan los ahorros para pagar la residencia de su amada mujer. Cascarrabias y solitario, ahoga sus penas en el alcohol y en lo que denomina “mujeres de vida nocturna”. Pronto su vida cambiará por completo al conocer a sus nuevos vecinos Maggie (Melissa McCarthy), madre recién separada con problemas económicos, y Oliver (Jaeden Lieberher), su pequeño “tirillas”.
Por culpa de los horarios de trabajo de la madre, Oliver se verá sólo en la puerta de su casa sin nadie que le abra la puerta. El pequeño acudirá así a la casa de su peculiar y ermitaño vecino en busca de un teléfono donde localizar a su madre, y con dicha visita inesperada comenzará una bonita y estrecha amistad entre los dos.
Crítica de la película “St. Vincent”
Todos conocemos el famoso “Cuento de Navidad” de Charles Dickens donde su protagonista Ebenezer Scrooge, un viejo hombre gruñón, avaro y egoísta que nunca celebra la Navidad, es visitado por tres fantasmas el día de Nochebuena, algo que cambiará su vida para siempre. Pues bien, salvando las distancias claro, con el estreno este fin de semana de “St. Vincent” nos encontramos con una versión actual de este clásico de la Navidad firmada por el director Theodore Melfi.
El protagonista de “St. Vincent”, cómo en el clásico de Dickens, no es tan malo como se nos pintaba en un primer momento… Vincent (Bill Murray) es un “lobo solitario” que parece vivir anclado en el pasado con su walkman y su vídeo VHS. Un tipo con pocos amigos debido a su fuerte genio y a su complicado carácter -tan sólo le aguanta su gato-, alcohólico empedernido, apasionado de las mujeres y de los locales de striptease, caradura, jugador aficionado a las apuestas, … vamos toda una joyita de esas que te gustaría tener de vecino puerta con puerta para pedirle algún favorcito. Pero cómo en la propia vida las cosas son más complicadas de lo que en un primer momento aparentan y, tras la “puerta blindada” de la casa de Vincent – y de su corazón-, quizá se esconda una historia tan dura como tierna que aún nadie conoce porque no se han detenido a conocerlo ni a preocuparse por él. Sí, exactamente, la sociedad individualista en la que vivimos hacen de este tipo de personas, a las que la vida no les ha tratado demasiado bien, ciudadanos de segunda que viven completamente aislados del resto.
Sólo la inocencia de un niño puede romper las barreras y, sin ningún tipo de prejuicios, acercarse a un individuo tan estrambótico como admirable. Ese será el papel de Oliver (Jaeden Lieberher) que llegará de manera totalmente inesperada a la vida de su antipático vecino pero que logrará llegar hasta su corazón, desvelando así la verdadera identidad y el trágico pasado-presente de este anciano. La redención final llegará en forma de trabajo para el colegio: St. Vincent (como en el musical de Starlight Express, “hay luz al final de este túnel”). Y es que como bien dice la película no hay que buscar a los santos en el cielo, tenemos muchos viviendo más cerca de lo que imaginamos.
El reparto está espléndido del primero al último pero desde luego hay que destacar el trabajo realizado por Bill Murray, que parece luchar por la ansiada estatuilla con su actuación digna de Oscar. El actor, soberbio en un papel que parece estar hecho a su medida y con el que logra llenar la gran pantalla, ha sabido exprimir este guión al máximo y dotar a su personaje de un carisma y personalidad arrolladores. Por algo es un icono del cine pop.
Por todo ello, no lo pienses mas, “St. Vincent” bien merece el paso por la taquilla durante estas navidades porque, aunque en ocasiones peque de sentimentalista, pronto “vuelve a salir el sol” gracias a su marcado aire indie y a la interpretación de su reparto. Un toque agridulce que nos recuerda que no todo el mundo es tan inmensamente feliz como imponen estas fechas.