‘Coherence’, galardonada con el premio al mejor guión en el festival de Sitges de 2013, llega a nuestras pantallas con ciertas ínfulas para convertirse en una futura película de culto.
Sinopsis de la película ‘Coherence’
En 1923 el paso de un cometa produjo en los habitantes de un pueblo de Finlandia que se sintieran confusos y desorientados. En la actualidad, los asistentes a una cena de amigos recuerdan ese hecho y durante el paso del cometa los comensales asistirán a todo tipo de situaciones inexplicables e incontrolables.
Crítica de la película ‘Coherence’
El filósofo Leibniz afirmaba en su Teodicea que vivimos en el mejor de los mundos posibles, porque, entre las múltiples posibilidades, Dios escogió el más perfecto física y matemáticamente. Voltaire se mofó en su obra Cándido de tal concepto, y de alguna manera tal reflexión metafísica se presenta en nuestra memoria tras visionar Coherence. El individuo está inmerso en una realidad hostil, sujeta a la arbitrariedad y la casualidad, a un Dios agotado de su creación, abúlico, o sujeta a los caprichos de las leyes naturales, a un destino inabarcable que nunca podemos controlar porque estamos movidos por nuestra subjetividad y elecciones de manera más o menos libre. ¿Qué ocurriría si en un determinado momento de nuestras finitas vidas tuviéramos, o presenciáramos, la posibilidad de cambiar de camino, de elegir el mejor? Precisamente algo parecido le ocurre a la protagonista de la película Em, una fantástica Emily Foxler, y quizá pueda cambiar su destino.
La primera película de James Ward Byrkit, realizada con cuatro duros, se centra en un guion bien resuelto y en un argumento que produce constantemente en el espectador inquietud y desasosiego. Byrkit, autor del guion, decide centrar su película en la palabra, en la interpretación y dejar de lado todo efectismo visual. Asistimos al juego psicológico, a las relaciones entre los personajes, a encontrarnos con nuestro yo alternativo, crearnos dudas individuales, a debatir, si se quiere, a la salida del cine sobre esta ‘Coherence’.
La idea sobre unos asistentes a una fiesta de la que no pueden escapar fue tratada por Luis Buñuel en su ‘El ángel exterminador’ (1962), si en aquella película la crítica se centraba en una burguesía sometida a las apariencias, fácil de perder el autocontrol ante una situación que no pueden manejar, en la que los protagonistas se vuelven como bestias encerradas, el director de ‘Coherence’ basa su película en la paradoja del gato de Erwin Schrödinger, experimento mental sobre cuántica, en el que a un gato encerrado en una caja se le instala un detector de electrones unido a un martillo con un frasco de veneno debajo. Aunque nosotros abramos la caja y veamos al gato muerto o vivo, en el mundo cuántico los dos efectos se superponen, es decir, el gato está muerto y vivo al mismo tiempo. Su director y guionista somete a los personajes invitados a una cena a esta paradoja, su acierto reside en formularlo de manera cotidiana. Los invitados con sus secretos, angustias, infidelidades y mezquindades son impuestos a una fuerza que no pueden controlar, ya que se pone en evidencia que el ser humano no es capaz de controlar y embridar su propio destino. La frescura de la cinta reside en la forma cotidiana, como si de un hecho común se tratara, de su narrativa y puesta en escena.
El problema de la película ‘Coherence’ es la de una planificación equivocada, abusa de la cámara en mano, los reencuadres continuos, se intuye cierto gusto por el cine dogma, libertad para actuar, y atropellarse, a sus actores, ciertos defectos provenientes principalmente de un mal uso de la realización televisiva. Otra disposición de la cámara, algunas veces no queda otra debido al presupuesto, ajena a todo efecto teatral, hubiera sido lo más idóneo para el film.
Aun así ‘Coherence’ demuestra ser una película hecha con mucha valentía por parte de su director, apuesta porque el cine sea un juego en el que intervenga el espectador, por convertirle en un agente activo. Y eso lo consigue, vaya si lo consigue, sobretodo en un género, ciencia ficción, dispuesto a propuestas arriesgadas en el que pocos directores consiguen llegar a las metas deseadas, y todo eso con una producción limitada , aunque tal vez sea un detalle insignificante, es todo un logro.