Miguel Cohan dirige la película policiaca ‘Betibú’ donde un equipo de periodistas tratará de esclarecer el asesinato de un personaje mediático por medio de la investigación, el cobro de favores y el uso de sus contactos. Un patrón inspirado en los clásicos que desafortunadamente no engancha en su planteamiento.
Sinopsis de ‘Betibú’
La redacción del periódico argentino El Tribuno está sufriendo una profunda remodelación. Lo nuevo sustituye a lo viejo y el nuevo director Lorenzo Rinaldi (José Coronado), está empeñado en que el joven e inexperto Mariano Saravia (Alberto Ammann) lleve la sección “policiales”. Para conservar su puesto de trabajo, e veterano exdirector de la sección Jaime Brena (Daniel Fanego), no tendrá más remedio que colaborar y ayudar al nuevo a quien poco a poco le introducirá en cómo trabajar echando mano de contactos y saltándose algunas normas.
Al aparecer brutalmente asesinado el mediático empresario Pedro Chazarreta (Mario Pasik), el equipo de investigación quedará completado con la famosísima escritora de novela negra Nurit Iscar (Mercedes Morán), también conocida como “Betibú”, que tras recelar del ofrecimiento de Lorenzo para que escribiese una serie de columnas hablando del caso, no podrá dejar pasar la ocasión de vivir de cerca una historia real como las que contaba en sus novelas de ficción policiaca. Jaime, Mariano y Betibú, cada uno movido por sus propios principios e intereses, se involucrarán profundamente en la investigación del caso de Pedro Chazarreta descubriendo pequeñas pistas que la policía parece a ver pasado por alto.
Crítica de ‘Betibú’
Tras un comienzo introductorio sobresaliente llega un epílogo que augura una prometedora película. El tiempo transcurre y ‘Betibú’se sostiene en la impecabilidad técnica y visual de la realización mientras el argumento va esbozando y desarrollando distintas escenas en la que los protagonistas encuentran pistas qué seguir, muy contentos ellos de estar ocupados en un misterioso asunto, mientras que el espectador queda distanciado sin poderse implicar, ni para bien ni para mal, en aquello que está pasando en la pantalla que, para colmo, sucede bien narrado y bastante bien interpretado. Así los personajes quedan aislados en su propia realidad cinematográfica a la vez que el público, haciendo un acto de fe, no hace más que confiar en que que todo aquello llevará a alguna parte la que, para su desgracia, será explicada en apenas cinco minutos, para finalizar con desenlace que descubrirá una trama con muchas más posibilidades que no podrá ser desarrollada.
Algo que podría ser muy criticado, porque casi es tratado como un cliché típico de las películas policiacas, son las intervenciones de aquellos personajes que no deben faltar en la historia de buena novela de investigación periodística. En este caso, el inspector de policía y el ermitaño desconfiado informador del periodista veterano, son claves para que, gracias a las grandes actuaciones de sus respectivos intérpretes, la película se mantenga viva pues con cada aparición de estos se alimenta la fe de que haya algo a lo que nos podamos enganchar para compartir la excitación de los protagonistas. ¿Qué rozan lo cómico como en el caso de paranoide informador que vive parapetado dentro de una cárcel llena de extravagantes cacharros? ¿Que se pasan de sobornables como el comisario? ¡Qué más da si son los que le aportan chispa a la trama!
En esa línea también se encuentra el director del periódico, interpretado por el cada vez más apetecible, pero igualmente impasible,José Coronado, que con sus reencillas y mala leche hacia el periodista veterano defendido magistralmente por Daniel Fanego, encontraremos una realidad para nada desconocida para los que somos subordinados. Tras ellos, el trío protagonista. Una pareja de dos más uno que difícilmente funciona sumados los tres. Demasiada disgregación de intereses y de relaciones con un objetivo común pero con unos procedimientos tan distintos y parcelarios que bien podrían estar protagonizando un episodio de televisión pues: Una estuvo liada con el jefe, el otro se lleva mal con el director, el niñito va de chulo pero no tiene ni idea, y juntos sólo tienen pistas inconexas que ni ellos saben a donde pueden conducir. Salvedad: Que como hayamos visto el trailer puede ser incluso peor pues éste revela en tan sólo unos segundos casi toda la información de la investigación que se realiza en en más de la mitad de la película. Avisados quedan.
El mayor fallo de Betibú es que no hay un objetivo claro, ni un supuesto malo, ni una posible víctima que defender, ni un acusado que mantenga su inocencia… nada a lo que engancharse. Y así es difícil, por muy bien que esté realizado todo, por mucha escrupulosa impecabilidad, que nos emocionen los acontecimientos. Si la película retuviese nuestra atención como debiese, probablemente estaríamos hablando de una obra imprescindible.