Jake Gyllenhaal impresiona en Nightcrawler, una película de guion impecable, donde la sencillez de la ficción y la complejidad del realismo, se entremezclan para dar luz a una obra tan sórdida como apasionante.
Sinopsis
Louis Bloom (Jake Gyllenhaal) no ha recibido una educación tradicional. Parado, se ve obligado a merodear durante la noche en busca de chatarra que rapiñar o que hurtar. La casualidad querrá que descubra un prometedor trabajo cuando tras presenciar un accidente aparezca un equipo de reporteros que se lanzarán a filmar la dramática escena.
Su tenacidad, inteligencia, y una ética especial, jugarán a su favor para lograr las imágenes más dramáticas y sangrientas, aquellas que son las más deseadas por los informativos locales. Poco a poco, Louis se irá adentrando en el sórdido mundo de los sucesos nocturnos para descubrir que, cuanta más sangre, mayor es el beneficio.
Crítica
Nightcrawler es una película de diez. No sobra nada, no se echa nada en falta. Brilla por su aparente sencillez y deslumbra por su extremada complejidad. Esa complejidad tan fascinante en la ejecución, en el estilo, en los diálogos, en su desarrollo, en la forma que tiene de encajar cada pieza y sobre todo, el fantástico personaje que interpreta Jake Gyllenhaal. Todo aparece en pantalla de una forma tan sencilla, tan fluida, tan dinámica y coherente que nadie se planteará la gravedad de los sucesos hasta la resolución de la película. Sí, todos somos muy listos. Sí, todos intuiremos algo y aun así nos veremos sorprendidos por la sinceridad de los intérpretes y la rectitud del guión. No hay trampa, no hay cartón. Asistiremos a una transformación y al descubrimiento de un personaje que, a pesar de su ambigua ética (por no decir otra cosa), acabará conquistándonos.
Jake Gyllenhaal (Prisioneros) posee una imagen fotográfica llena de carisma, algo imprescindible para que Louis Bloom, ese lógico, práctico y contenido vagabundo que interpreta, nos robe la atención desde el primer segundo. Atractivo e interesante, este ser que no es fácil ignorar, merodeador en la oscuridad, de corrientísimas formas y mirada turbia, nos mantendrá expectantes en cada momento, en cada escena. Logrará ponernos a favor de sus acciones, en contra, y lo que es peor: conseguirá convencernos con su aplastante lógica, cuya rúbrica final es tan demoledora como certera. Punto y final a un guión tan redondo, que casi parece estar basado en hechos reales biográficos, pues la realidad siempre supera a la ficción y en esta ficción, Jake Gyllenhaal aporta la realidad.
Es fascinante cómo la película habla y toca el tema del sensacionalismo videográfico, ese porno mediático descafeinado de las mañanas (en el caso de la realidad española), donde las cadenas dedican horas, días y semanas, en reproducir las imágenes más crueles y sangrientas ¿quién no ha visto a estas alturas cómo los famosos asesinos de Charlie Hebdó rematan de un tiro en la cabeza al policía que yace en la acera pidiendo clemencia? Y eso, el sensacionalismo mediático que no podemos evitar (¿o que no queremos evitar?) es una pequeña parte de un guion tan sencillo como absorbente y genial.
Nightcrawler, ahonda en ese sórdido mundo mediático donde se supone que no todo vale, poniendo a las puertas a un ser de extraña ética que, cámara en mano, persistencia e insociabilidad, medrará en la producción de contenidos dando la razón a una realidad que recompensa el fin pero no los medios.
Renné Ruso (Mítica en la saga Arma Letal), cómplice con su personaje de las hazañas de Louis Bloom, se desenvolverá como la perfecta directora de redacción (incansable, incombustible, franca, directa) y será la conexión social de Louis. Un personaje imprescindible para entender el trasfondo del videógrafo y representar la parte técnica de una industria que, lejos de informar, criticar y realizar una crónica exhaustiva de la noticia, busca atrapar al espectador con artimañas. (¡Hola gatitos de youtube en las noticias de la mañana!).
De menos a más. Siempre de más a mejor. Dan Gilroy, director y guionista, nos seducirá con su fantástica obra, con la sencillez aparente del guion, hasta explotar en una magnífica media hora hipnótica en la que se responde, de todas las maneras posibles (gráfica, lógica, teórica, práctica, irónica, cómica…) a la pregunta que todos deseamos hacer al personaje de Jake Gyllenhaal una vez intuimos sus acciones: ¿Hasta donde es capaz de llegar?