Tawfeek Barhom en una foto de la película
Tawfeek Barhom en una foto de la película

Crítica de la película ‘Idol’: La historia de Mohammed Assaf

La historia de Mohammed Assaf, ganador del concurso Arab Idol, inspira esta entretenida película que ofrece la oportunidad de redescubrir al olvidado pueblo de Palestina.

Crítica de la película ‘Idol’ (2016)

Cuando en la semana de estrenos se presenta una película tan esperada -Warcraft: El origen- por la masa crítica de audiencia incondicional -jugadores del videojuego y simpatizantes- puede ocurrir dos opciones contrarias entre sí: Que las distribuidoras competidoras aprovechen para sacar la basura -prefiero no dar nombres-, o que por el contrario enseñen sus mejores manos para ofrecer algo interesante para el público que no se deja arrastrar por los conflictos bélicos entre una raza gigantesca de tipos verdes (orcos) y una raza de paladines bruñidos (humanos). Así eOne apuesta por Idol, una película biográfica dramática con el justo toque de comedia, basada en el desconocidísimo Mohammed Assaf, concursante del famoso concurso de canto IDOL, en su versión árabe.

Tawfeek Barhom en una foto de la película
Tawfeek Barhom en una foto de la película

Hanay Abu-Assad dirige con acierto la película sobre el fenómeno social en el que se convirtió Mohammed Assaf -interpretado por Tawfeek Barhom en la película-, un humilde joven palestino procedente de la Franja de Gaza que conquistó a la audiencia de “Arab Idol” gracias a su fantástica voz. Es una obra entretenida, sincera, amable, de fácil visionado, que no tiene ningún tipo de pretensión a la hora de contar una historia basada en una realidad bien complicada, como lo es la relación fronteriza entre Palestina e Israel.

Idol está dividida en dos claras partes. En el inicio -Franja de Gaza, año 2000-, hasta casi la mitad de hora y media de duración, se centra en contar la vida de cuatro niños -Mohammed Assaf, su hermana y dos amigos más- que, por encima de todo, desean ser músicos profesionales. Y no dentro de unos años no. Si no ya. Lo antes posible para dejar atrás el absolutamente ruinoso “país” en el que viven. Por supuesto, los niños se enfrentarán con el descaro propio de la edad al reto que supone conseguir instrumentos de manos de un contrabandista, hacer música por encima de la desaprobación de la religión, tener en el grupo un miembro femenino, obtener dinero a toda costa para poder hacerse con el equipo… Siempre bajo la sombra del conflicto bélico y siempre enjaulados entre las fronteras israelíes. Hanay Abu-Assad se las arregla para mantener constante la sensación de peligro mostrando continuamente imágenes de barriadas enteras derrumbadas, y retratando las peligrosas alambradas sembradas de minas. Y aun así, los niños, contra todo pronostico, siguen viviendo la vida.

Los niños protagonistas de la primera parte de 'Idol'
Los niños protagonistas de la primera parte de ‘Idol’

Los pequeños intérpretes que dan vida a estos niños cuentan con la insolencia propia de quienes no tienen miedo. A pesar de que sus actuaciones comienzan siendo un poco forzadas (nada grave acostumbrado al típico reparto desganado de ciertas producciones españolas), acaban por entregar un trabajo brillante a medida que se acerca su salida de la película, coincidiendo justo con los momentos más dramáticos y emotivos de la historia de la parte infantil. Se nota que los intérpretes han pasado por dos guerras y que su director no se equivocaba al apostar por el trabajo con estos niños palestinos. Es posible que las palabras en ocasiones salgan empujadas pero en su mirada se aprecia el texto real de su bagaje.

No obstante, no vayan a pensar que esta es una obra dramática con tintes políticos. Para nada. De hecho hasta se aleja bastante -quizá demasiado- del conflicto político-bélico que vive la región, si bien es cierto que continuamente se hacen referencias a las vicisitudes a las que debe enfrentarse cualquier ciudadano de la Franja de Gaza. Es una postura inteligente para la exportación de una historia de superación enmarcada en semejante polvorín de enfrentamientos ideales, raciales, políticos y religiosos. Sin tomar parte es más fácil exportar los valores universales con los que juega el guión, aunque no por ello renuncia a enseñar los posos por los que el personaje principal decide emprender la aventura.

Mohammed Assaf (Tawfeek Barhom) en la cola de las audiciones de Arab Idol
Mohammed Assaf (Tawfeek Barhom) en la cola de las audiciones de Arab Idol

En la segunda Mohammed Assaf pasa a ser interpretado por Tawfeek Barhom (Mis hijos. 2015), listo para remontar el trágico final de la primera parte, no sin antes asomarse -con barandilla- al borde del abismo. Inevitablemente se seguirán los esquemas para componer el drama de superación que conlleva este relato hasta llegar al inspirador final. Tawfeek Barhom presta su humildad interpretativa y arrojo para acercarse a la estrella de la canción creando un personaje limpio y sincero que va muy acorde con la historia.

Un aspecto destacable que tiene el guión es el de favorecer la narrativa por encima de la realidad. La espectacularidad y la emoción por encima de la objetividad. La ficción prima para crear una historia dinámica y entretenida alejada del género documental o reivindicativo. De principio a fin el espectador se preguntará y cuestionará cada escena, cada diálogo, (o no) pero en ningún momento caerá el ritmo para introducir un tedioso e innecesario pase biográfico. De hecho, aquellos que decidan indagar en la verdadera historia del personaje, podrían descubrir que ciertos elementos más propios de la ficción son en realidad momentos casi exactos de la biografía.

Por otro lado el tono de Idol es el adecuado. Ni más ni menos. Contiene la dosis justa de dramatismo y las pinceladas adecuadas de comedia para compensar aquellas escenas que pudieran teñir de tragedia el tono general de la película.

Tawfeek Barhom interpreta al cantante Mohammed Assaf - Imagen de la película
Tawfeek Barhom interpreta al cantante Mohammed Assaf

Idol podría ser la típica película biográfica que se basa en la típica historia de superación, protagonizada por el típico cantante de pasado difícil, que contra todo pronostico llega a ser la típica estrella. Sin embargo esta historia se encuentra enmarcada en un lugar tan desconocido como lo es en realidad la Franja de Gaza -a pesar de las posibles noticias en los medios informativos- y en una lengua tan ajena a los estándares internacionales, que le aporta un valor añadido. Mohammed Assaf se convirtió involuntariamente en un icono, en una voz de un pueblo reprimido por los políticos, la religión y la guerra. Y aunque solo sea por eso esta historia, que contiene unos elementos tan típicos, merece la pena ser descubierta. Lo interesante no está en lo que se ve, si no en lo que no se cuenta.

Trailer de la película ‘Idol’ (2016)

DIRECCIÓN
7.5
GUION
6
INTERPRETACIÓN
8
Reseña de lectores10 Votos
9
LO BUENO
Los valores universales que representa la película
Descubrir al gran desconocido que es en España el cantante Mohammed Assaf
Una historia de superación entretenida con ciertos alicientes.
LO MALO
Recordar de esta manera al pueblo Palestino y a los habitantes de la Franja de Gaza.
7.2