La productora Legendary pictures, especialista en películas orientadas a la ficción fantástica, engrosa su lista de imperfecciones con “El séptimo hijo”, una cinta llena de efectos especiales y coreografías de lucha más cercana a un videojuego de fantasía draconiana que a una experiencia fílmica.
Sinopsis de “El séptimo hijo”: Buenos y malos
El Maestro Gregory (Jeff Bridges), es un cazador-asesino de criaturas sobrenaturales tales como fantasmas, monstruos, brujas, cambiaformas, espíritus y demás bestias alineadas con la maldad. Profesión con alto índice de mortandad laboral, este recio veterano debe regirse por un estricto código de actuación para salir victorioso de cada enfrentamiento. No es de extrañar que a este anciano le duren menos los aprendices que un cartucho de impresora, por lo que cada cierto tiempo debe acudir a alguna familia para llevarse al séptimo hijo del séptimo hijo, previo desembolse de dinero, y convertirlo así en su nuevo pupilo.
De esta forma un joven y aburrido campesino Tom (Ben Barnes), tomará a bien marcharse de la mano de un viejo loco Espectro para conocer a una bruja malísima, Madre Malkin (Julianne Moore), con quien el Maestro Gregory lleva décadas de reencillas (si la mata, si no, si soy la reina de la maldad más absoluta, si te voy a endiñar con mi espada).
Para rizar la historia, el joven aprendiz de Espectro, conocerá a una joven, Alice (Alicia Vikander) acusada de brujería por un grupo de paletos, a quien le hará tilín y que como era de esperar, resultará estar al servicio de la malvada bruja. No sabremos si el romance será posible pero de lo que sí estamos seguros es que Tom deberá aprender lo antes posible a luchar como el mejor de los espectros pues una profecía catastrófica anuncia que cuando la luna llena se torne roja la bruja mala tomará el poder para liberar la batalla final al mando de sus tropas demoníacas… y para eso quedan dos semanas de nada.
Crítica de “El séptimo hijo”: Fantasía vista
Monstruos animados y cartón piedra por doquier, esta “El séptimo hijo“ es una opción de entretenimiento para llenar una tarde de vacaciones navideñas entre comida, cena, celebración y atracón. La alternativa sin duda de todos aquellos que se encuentren lejos de sus dispositivos de entretenimiento tecnológico. Otra oportunidad perdida para dotar de valor a un género, el de fantasía, que degenera con cada tonelada de acción y espectacularidad gratuita con entregas de este tipo donde la emoción y el interés brillan por su ausencia. Así los guionistas Charles Leavitt (Diamante de Sangre) y Steven Knigth (Locke) parecen estar hasta contentos de guionizar sin ningún tipo de responsabilidad ni imaginación lo que es este trabajo por encargo como tantos otros. “¿Que el tema va de brujas y dragones? Vale, pues esto va un cazador de monstruos y… ¡Buah! Si total van a darse de leches durante más de la mitad de la película…”
Jeff Bridges y Julian Moore parecen pasarlo pipa en sus respectivos personajes y se nota. Quizá el que mejor se lo pase en esta “El séptimo hijo” sea Jeff Bridges dando vida a un viejo caradura sobrado de experiencia y cansado de hacer lo que tiene que hacer: matar monstruos a palo seco, liquidar brujas a base de jarabe de hierro o recetar fuego en abundancia para exterminar plagas de seres malignos. En este personaje, una especie de luchador borracho, el actor está fantástico aunque sólo sea porque nos comemos con patatas los chistes malos que vienen siempre acompañando a este tipo de descuidados e irrelevantes guiones. En el caso de Julian Moore, sí, se ve que disfruta haciendo de bruja mala, mala, malísima pero poco más podrá transmitir a los que la estamos mirando… apenas tiene a lo que agarrarse la pobre.
Y Ben Barnes(Las crónicas de Narnia)… ¿Qué puedo decir que no se pueda imaginar cualquiera? Pues que es previsiblemente bueno, tanto como luchador como personaje fundamental que hará cambiar “algo” al personaje interpretado por Jeff Bridges y… en fin. Lo de siempre. Una actor que hace lo que puede con el material que puede y no lo hace mal.
El problema de este tipo de producciones es que son antiguos hasta para el concepto de fantasía. Se nota que todo el mundo que tiene la posibilidad de hacer algo bueno con la trama, el guión, la elaboración de los personajes o cualquier cosa mínimamente creativa tiene una descarada carencia de referencias novelísticas. Vamos, que se habrán leído (o visto, vaya usted a saber) “El señor de los anillos” y todavía pensarán que están a la última de literatura fantástica cuando aquella obra, siendo los tiempos que son, quedó muy atrás en cuanto a narrativa, mensaje y discurso.
De esta forma, “El séptimo hijo” se divide en una serie de personajes buenos y otros malos, si bien hay una especie de intento de enseñar que las cosas no son sólo blancas o negras. Un intento tan previsible como infantil a quien supongo va dirigido este producto audiovisual que sin duda sabrá apreciar la cantidad ingente de monstruos peleas y espectaculares criaturas que aparecerán en pantalla. Aún así, poniéndome en el lugar de un crío de ocho años, estoy seguro que este tipo de producción la disfrutaría como nadie… aunque luego al crecer pensase algo que todos hemos pensado al ver una película que nos impactó en la niñez y que nos “comíamos con patatas” en las largas horas de tardes televisivas: “¿Pero cómo me pudo gustar esto cuando era pequeño?”.