Este 2015 arranca con el estreno de “Walesa, la esperanza de un pueblo“. Un filme del 2013 dirigido por Andrzej Wajda que hace homenaje al líder político Lech Walesa, fundador del sindicato “Solidaridad” en Polonia y encargado de normalizar las duras vidas de los trabajadores que vivían bajo el comunismo durante la posguerra. Un estreno muy acertado teniendo en cuenta que recientemente se han cumplido 25 años de la caída del Muro de Berlín.
Sinopsis de “Walesa, la esperanza de un pueblo”
El filme se abre cuando la periodista Oriana Fallaci (Maria Rosaria Omaggio) se dirige a la residencia de Lech Walesa (Robert Wieckiewicz) con el propósito de hacerle una entrevista que retratará al líder político a través del relato de los acontecimientos más relevantes de su trayectoria. A partir de aquí, el largometraje se estructura a través de los flashbacks que el protagonista llevará a cabo al responder a las preguntas de la reportera, mostrándonos desde la situación de la Polonia que le llevó a ponerse al frente de los trabajadores, hasta el momento en que se convierte en un icono político de su época, sin pasar por alto su vida familiar y las dificultades a la hora de combinarla con sus objetivos.
Crítica de “Walesa, la esperanza de un pueblo”
Los filmes de carácter biográfico suelen ir acompañados de un cierto dramatismo que contribuye a enaltecer la figura protagonista, pero “Walesa, la esperanza de un pueblo“ es, en gran medida, una excepción. A lo largo del filme el espectador se ve incapaz de encontrar un indicio de exaltación hacia el personaje principal (al menos de forma emocional), por lo que se trata de un largometraje que provoca cierta ambigüedad al no acabar de dejar una huella bien marcada, lo cual lleva a preguntarnos si se trata de un fin buscado por el director, Andrzej Wajda, o si por otro lado es un efecto indirecto, fruto de un montaje poco adecuado.
Lo que si es evidente es que se trata de un largometraje que ha trabajado de forma notable su faceta documental, intentando combinarla con un dramatismo que por mucho que lo intenta se ve eclipsado por la primera a causa de recursos como el uso de escenas en blanco y negro que se intercalan con el resto, confundiendo al espectador en lo que respecta a su procedencia (¿Se trata de imágenes de época auténticas? ¿O simplemente ha hecho un uso determinado del color para darle una textura más cercana a la de un documental?). Es decir, que en cierto sentido “Walesa, la esperanza de un pueblo“ se ha centrado demasiado en crear una sensación de autoridad a través de su valor documental, perdiendo la posibilidad de aplicar una faceta emocional al filme, que cree un vínculo entre espectador y protagonista, y contribuyendo a que el primero establezca cierta empatía respecto al largometraje (tal y como hizo de forma satisfactoria Mike Leigh en la reciente Mr. Turner). Además, el uso de la música resulta un tanto extraño al combinar el frenético ritmo de la música punk del panorama underground polaco, con las imágenes de las manifestaciones y mítines de Lech Walesa, que fue ganador del Premio Nobel de la Paz, lo cual provoca la creación de un contraste, si más no, curioso.
En cualquier caso, y dejando de lado las peculiaridades del montaje, no debemos pasar por alto el valor biográfico y documental que nos brinda “Walesa, la esperanza de un pueblo“, pues llena el vacío fílmico -en lo que respecta al ámbito artístico- con la exposición de la vida de un personaje icónico en la historia de Polonia, evitando así que el espectador salga del cine decepcionado por la trivialidad del relato.