Jennifer Connelly protagoniza la nueva cinta de Claudia Llosa, “No llores, vuela”. Ínfulas de grandeza para una historia que termina por perder al espectador en un laberinto de flashbacks sin sentido ni interés alguno.
Sinopsis de “No llores, vuela” de Claudia Llosa
Una madre, Nana Kunning (Jennifer Connelly), y su hijo, Ivan (Cillian Murphy), viven distanciados desde que este era pequeño debido a un trágico accidente. Ahora Nana es una famosa curandera con miles de adeptos a sus espaldas y su ya no tan pequeño hijo es un cetrero que aún vive atormentado por la repentina huida de su madre.
Crítica de “No llores, vuela” de Claudia Llosa
Si al comienzo de “No llores, vuela” te encuentras confuso, perdido y con la incómoda sensación de no entender nada, tranquilo es totalmente normal. La directora y guionista peruana Claudia Llosa (“La teta asustada”), embriagada por el espíritu creciente de Terrence Malick, intenta ofrecernos un relato grandilocuente sobre las virtudes que a diario nos ofrece de la propia madre Tierra y cómo nosotros la castigamos sin piedad. Metáforas perdidas en la inmensidad ya que finalmente esta historia tan sólo nos mostrará el conflicto entre una madre y su hijo, con una clara conversación pendiente, sin traspasar la barrera de un típico film de sobremesa el cual ya hemos visto en multitud de ocasiones.
Claudia Llosadibuja esta compleja historia partiendo del conflicto entre Nanna, la madre, e Iván, el hijo, mediante flashbacks temporales, algo totalmente innecesario y que termina por perder al espectador en una trama carente de coherencia. Además este hecho dilata en el tiempo la angustia de un argumento ya pesado de por sí, haciendo que el ritmo de la cinta decaiga estrepitosamente. La clara intención de la directora era salvaguardar el máximo tiempo posible el clímax final de la cinta, pero desubicando de tal manera al espectador -hasta el segundo acto de la película navegaremos sin rumbo- lo único que conseguirá es la perdida de interés.
De esta forma, lo que debería haber sido el eje central de “No llores, vuela” se va diluyendo… según pasen los minutos de metraje la trama principal que soporta la cinta sobre los cimientos de la fe y la espiritualidad como un modo de vida, se diluye para dar paso a una mera roadmovie en busca de la “madre perdida”. Algo que más allá de terminar soprendiéndonos terminará por darnos sopor.
Por su parte, el único miembro del reparto descable es Jennifer Connelly que defiende su personaje sin grandes aspamientos ni exageranciones. Coherente con su papel de Nana, la actriz nos presenta a esta mujer castigada y bendecida al mismo tiempo por su propia naturaleza y fe. Caracter fuerte y luchador, no se rendirá ante nada hasta que un oscuro día pierda a un ser querido en un accidente. Algo que no ha podido remediar pese a su poder de sanación. El resto del elenco no logra brillar por los desdibujados que están sus personajes, claro ejemplo que encontramos en Cillian Murphy como Iván o en Mélanie Laurent como periodista que investiga el talento oculto de Nana.
Demasiado pretenciosa, esta “No llores, vuela” termina siendo un claro ejemplo de “quiero y no puedo”. Belleza y poesía visual en cada esquina de la cinta sí, desde luego, pero ¿qué hay del guion? Cuidar al máximo el aspecto visual, intachable la atmósfera gélida que nos presenta o las imágenes del vuelo de aves de cetrería, no sirve de nada si la historia no termina por profundizar en ninguno de los múltiples aspectos que se había propuesto. Un consejo, más chicha y menos existencialismo vacío para la próxima.