François Ozoin nos presenta su última película con un juego de géneros tanto cinematográficos como sexuales. Una historia basada libremente en el relato “The new girlfriend” de Ruth Rendell , capaz de no dejar a nadie indiferente.
Sinopsis
Claire sufre la traumática muerte de su amiga de la infancia cayendo en un estado depresivo. Un día al visitar al marido de su difunta amiga, descubrirá un secreto sorprendente que le animará, viviéndolo a espaldas de su pareja.
Crítica
Cuando el espectador sale de la sala después de haber asistido a las casi dos horas de proyección de “Una nueva amiga”, aquello que primero le asalta es la duda. La cual se materializa en determinadas y numerosas formas como consecuencia del tratamiento que le ha dado su director François Ozoin.
El realizador francés juega con el espectador tanto en la forma como en el fondo, con una ambigüedad explícita que rima con el juego que se traen Claire y David. La puesta en escena pasa por una mezcolanza de tonos que van desde la comedia involuntaria hasta el thriller más sórdido y siniestro, pasando por una intriga que ocasiones parece emular al maestro Hitchcock sin, obviamente, llegar a igualarle. Esta mixtura se revela como el principal problema de la película, donde el espectador no acaba de sentirse cómodo con el tono, al ser este tan variable. La dirección en algunos momentos se torna torpe, con planos que parecen de principiante e insertos con reacciones demasiado sobreactuadas.
El guion peca de expositivo, con flashbacks que parecen el “previously on” de cualquier serie semanal . Sin embargo, según avanza la trama, mejora bastante hasta sentirte absorbido y con ganas de saber cómo se desarrolla el desenlace. Se echa de menos que el personaje de Gilles quede algo más dibujado, siendo un secundario bastante plano, a pesar de su importancia en la trama.
El elenco convence, y es una delicia ver a Romain Duris en sus dos vertientes de personaje, con una interpretación que corría el peligro de haberse resuelto como parodia, pero que ha resultado ser una auténtica genialidad, siendo lo mejor del relato. La bella Anaïs Demoustier también convence con su Claire, frágil y depresiva. Ambos intérpretes soportan el peso de la historia de manera notable.
“Una nueva amiga” transgrede y subvierte los géneros, juega con ellos y se erige como revolucionaria por la temática que trata y de la manera en la que lo hace, con normalidad e inteligencia. A pesar de sus defectos, merece la pena darle una oportunidad, ya que no dejará indiferente a nadie. La virtud del cine europeo es la de contar las historias que quiere con libertad, sin presiones de grandes estudios detrás. El resultado es sorprendente, dejando tocado al público hasta pasados los días de su visionado.