El terror del malo se oculta en la pirámide de la primera película de Grégory Levasseur, guionista del remake de Las colinas tienen ojos y Reflejos. Muertes violentas, reacciones absurdas, frases estúpidas… es tan mala que hasta puede gustar.
Crítica
La Pirámidees la típica película de terror del malo. Una de esas que al poco de empezar (no antes porque el cartel mola mucho y el trailer es mucho mejor), uno ya siente esa sensación precognitiva sobre lo que se le viene encima. Puede que sean las ansias de querer mostrar en pocas escenas lo grandioso del descubrimiento, el ritmo impreso en las primeras escenas o el obligatorio ABC de este tipo de películas (presentación de personajes, de gadgets, un toque naif-erótico, un nada sutil aviso de que hay que tener miedo…), lo que haga de aviso pero si no, una vez dentro de la pirámide, el cartón piedra de las galerías será un LED luminoso con las palabras: VOSOTROS TAMBIÉN HABÉIS CAÍDO EN LA TRAMPA DE LA PIRÁMIDE. Ahora bien, es probable que aun viendo de lejos lo malo que ofrece esta película, más de uno decida adentrarse a la sala del cine.
Rodada en ocasiones pretendiendo ser un documental, pero mucho más cerca del reportaje reality, la reportera de turno va largando sobre la experiencia de formar parte de un equipo de arqueólogos a punto de desenterrar la octava maravilla del mundo. Los personajes arquetípicos se descubren de uno en uno: El veterano arqueólogo Holden (Denis O’Hare), absurdamente chapado a la antigua y receloso de las nuevas tecnologías (estoy seguro que ningún científico adopta inventos que le ayuden en sus trabajos de investigación), la joven y tecnócrata arqueóloga hija del veterano Nora (Ashley Hinshaw), el novio de esta que pilota de robots teledirigidos Zhair (Amir K), la reportera agresiva que luchará hasta las últimas consecuencias por conseguir las imágenes de su reportaje Sunni (Christa Nicola) y el camarógrafo que ostentará el papel de estar más interesado por su vida que por los misterios que encierra La Pirámide, Fitzie (James Buckley). Pocos personajes para ser matados…
Iniciados los problemas (las víctimas entran en La Pirámide), empieza lo bueno (o lo malo). A partir de aquí, la poca coherencia que pudieran tener los personajes se disgrega en divertidas palabras de ánimo para los accidentadosI, esperpénticas reacciones ante lo desconocido, e inigualables actos ante el peligro. Si la película tuviera un punto de vista crítico, desde luego sería una obra maestra del terror. Tendría todos los ingredientes que un fan del género desearía ver en el típico festival friki (que no gafapasta-terror-psicológico), para hartarse a reír mientras aplaude al monstruo/s que por fin desmembra a la repelente reportera… Pero como La Pirámide carece de ese tipo de toque, es de suponer que en cierto modo el asunto pretende ser tomado en serio… y en serio da risa… pero no tanta.
La Pirámide genera curiosidad por saber qué oculta dentro. Uno se pregunta: ¿Habrá trampas? ¿Fantasmas? ¿Monstruos? ¿Alienígenas? Y a su favor hay que decir que, puestos a jugar a lo grande, lo que revela y muestra es un órdago con un par de pelotas. Un misterio jugado al despiste (poco o nada hace intuir que ahí hay algo que merezca la pena ver), hasta que La Pirámide haya apretado las tuercas (o los huesos) a sus visitantes.
No merece la pena hablar del correcto uso técnico de las posibilidades ni de los suficientes medios para crear unos aparentes efectos especiales. Cumplen su objetivo y están bien usados como para resultar eficientes a la hora de representar la acción o las heridas de guerra. No resulta igual cuando se tienen que centrar en mostrarnos los pequeños monstruitos (que mientras sólo se intuyen cuelan), y menos aún cuando el misterio principal queda al descubierto. Volviendo al comentario anterior, si al menos hubieran dado señales de que esto es deliberado…
La Pirámide, resultará divertida para todos aquellos que tengan la suerte de disponer de un presupuesto distendido a la hora de acudir al cine y sean conscientes de lo que se van a encontrar tira más bien hacia lo cure (sin intención) y que aun a sabiendas de ello, estén interesados en reírse de la propuesta. Para los que busquen algo serio, o que pretendan tomárselo en serio, será un magnífico palo lleno de anécdotas que podrán contar a todos sus colegas. Avisados quedan.
Sinopsis
Una reportera Sunni (Christa Nicola) y su cámara Fitzie (James Buckley), se dirigen a El Cairo en plena revolución egipcia para cubrir uno de los descubrimientos arqueológicos más prometedores del siglo. Los arqueólogos Holden (Denis O’Hare) y su hija Nora (Ashley Hinshaw), son los descubridores de la pirámide más grande conocida hasta la fecha. Completamente enterrada en la arena del desierto, la curiosa pirámide de tres caras podrá ser abierta una vez alcancen la entrada.
La revolución de Egipto sumerge al país en la inestabilidad y todos los equipos extranjeros son obligados a abandonar sus trabajos. Como los arqueólogos no quieren perder la oportunidad de ser los primeros en descubrir las maravillas que guarda La Pirámide harán uso de un robot teledirigido pilotado por Zhair (Amir K), novio de la arqueóloga. Ni este artefacto cumplirá su cometido ni los arqueólogos se quedarán en casa, así que todas las víctimas se adentrarán en los oscuros pasadizos, tratarán de evitar las mortales trampas, desoirán todas las advertencias escritas en los jeroglíficos y desafiarán con poca suerte a la maldición que les acecha en el interior de la tumba.