Barney Elliott dirige y escribe La Deuda (Oliver’s deal), una de las películas más interesantes y atractivas que tuvimos la oportunidad de ver en el festival de Málaga.
Crítica de la película “La deuda (Oliver’s deal)”
Tres historias relacionadas debido a la globalización de las finanzas. Un trío de encorbatados tipos de Nueva York decidiendo sin saberlo, o sin importarles, el destino de la nación de Perú. Su decisión afectará a la economía, al presupuesto de la nación y a los inevitables recortes del presupuesto social. Unos piden, los otros deben, y hasta un pequeño agricultor, dueño de su pequeña parcela en las perdidas montañas de los Andes, recibe la presión que ejercen unos cuantos tipos desde sus lujosas vidas de otro continente. ¿Cómo es posible que se pueda enriquecer nadie, o lo que es peor, empobrecer pueblos enteros, sin siquiera sentirse responsable, sin siquiera estar en el sitio, sin siquiera trabajar? Dinero virtual. Trabajo virtual. Comprar lo intangible, vender propiedades ajenas, afectar al mundo. Barney Elliot, residente en Perú, conoce de cerca los peligros a los que se expone una nación fértil en pleno desarrollo. Corrupción y explotación económica están a la orden del día. ¿Pero en qué país no lo hay?
Un tema localizado perfectamente en Perú de extrapolación universal. Cambiemos Perú, por Grecia, pensemos en los recortes sociales en España, en la deuda externa para rescatar a los bancos, en los fondos de inversión extranjeros que pretenden “ayudar” a la economía patria comprando inmuebles, levantando emporios… extranjeros a los que se les regala la nacionalidad por hacer compras de inmuebles, de deuda… vaya, parece que volvemos a la historia de Barney. La globalización es algo que en teoría debería ser beneficioso para todo el mundo pero que en la práctica, es un mal vírico que afecta sin remedio a todos aquellos países que participan del juego sin protección. ¿Por qué si EEUU se va a la mierda todos vamos detrás? ¿Por qué no pasa lo mismo si es España?
Tres sencillas historias que dan sentido al marco histórico del que parte la película de La deuda. Sobre los años 60 y 70, Perú acometió distintas reformas agrarias con la intención de redistribuir la riqueza. Simplificando mucho, el gobierno expropió todas las tierras para repartirlas equitativamente entre aquellos que las trabajaban. Los expropiados recibieron unos bonos (lo que viene a ser unos pagarés por parte del estado), con un 7,5% de interés anual, lo que se traduce que a día de hoy es imposible que el estado Peruano (y probablemente ninguno en el mundo) pudiera pagarlos. ¿De qué sirve unos bonos, unos papeles que dicen que tienes dinero si nadie te va a dar ese dinero? Pues en manos de los expropiados de nada. Entonces llega un fondo de inversión extranjero y decide pagar una ridiculez por un fajo de papeles que antaño representaban miles de hectáreas de tierras agrarias… pues bueno, mejor eso que nada. Estos fondos, conocidos como buitres, se hacen con la deuda, los papeles que no valen nada, y cuando deciden que es el momento, se van a hacer presión donde más le pueda doler al estado afectado para recibir el 100% de lo que pone en el papel. ¿Qué hace el estado? Pues, como no quiere exponerse a la quiebra a ojos del mundo, paga. ¿Y de dónde saca el dinero? De donde no hay. De los fondos sociales. Sanidad, educación… Y llegado a este punto, “La deuda” siquiera ha empezado.
Los representantes de estas historias son Oliver (Stephen Dorff), el agente que trabaja para el fondo de inversión; su hermano adoptivo Ricardo (Alberto Ammann) con ascendencia Peruana y que también trabaja, de forma más ingenua, para la misma empresa; Caravedo (Carlos Bardem) está en el lado de los expropiados, dispone de los bonos basura, pero pretende hacerse con las tierras de los campesinos; en este lado, se encuentra Florentino (Amiel Cayo), reticente a vender su porción de tierra que tanto trabajo le cuesta; y María (Elsa Olivero) da vida a esa gran multitud que sufre los recortes sociales, más directamente ella que trabaja como enfermera, pero también como persona, pues cuida de su madre convaleciente de una dolorosa enfermedad imposible de operar por dichos recortes. Y “La deuda”, no ha hecho más que presentarse.
La Deuda, mostrará la humanidad de todas las personas para hacer entender, tanto a personajes mismos como al público, los motivos que llevan a semejantes acciones. No hay acción sin reacción ni consecuencia. Que no lo veas, no significa que no esté pasando. Tras valores numéricos existen personas afectadas. La Deuda relata la consecuencia de los actos de un juego del que los participantes no son conscientes de su papel. Algunos no quieren serlo, otros no llegan a verlo y los últimos participantes juegan sin entender lo que está pasando. Todo tiene una consecuencia y La Deuda lo refleja en este interesante thriller más lleno de verdad que de ficción.
La película fue ganadora de dos biznagas de plata. Mejor guion (Barney Elliot); tres tramas, con sus respectivos conflictos, cuya resolución será el mismo final de la película; y mejor actriz, reparto (Elsa Olivero) total entrega en la representación de la continua lucha del día a día.
Dejando la temática política a un lado, La Deuda, lo mismo consigue transportar al espectador hasta los imponentes paisajes de las montañas nevadas de Andes como hundirlo en la desesperante lucha diaria de la gran ciudad de Lima. Grandes contrastes para un país cuyas zonas rurales y costumbres siguen ancladas en un pasado, como pudo ser (y seguramente todavía sean) algunos de nuestros pueblos españoles. De todo ofrece punto de vista, de todo habla sin pasar por encima pero sin recrearse en justificaciones.
La Deuda es un claro ejemplo de cine comprometido que invita a hacer preguntas sin renunciar al entretenimiento del espectador.