Nueva versión basada en la popular novela de Lewis Wallace, pasada por el filtro actual, donde los efectos especiales y la espectacularidad priman más que la historia.
Crítica de la película ‘Ben-Hur’ (2016)
He intentado ver esta nueva versión de Ben-Hur (2016) sin tener en mente las dos grandiosas obras precedentes, acercándome a esta adaptación como si nunca hubiera odio hablar de la historia de Judá y Mesala. El resultado es que como película independiente no pasa de ser una propuesta digerible y fácilmente olvidable, sin que por ello se pueda tacharse de desastre.
El director Timur Bekmambetov, responsable de desastres como “Wanted” o “Abraham Lincoln: cazador de vampiros”, conocedor de sus limitaciones y amante de las escenas de acción hipertrofiadas, convierte la historia de venganza entre el judío y el romano, en una excusa que les llevará al verdadero objetivo del realizador: la carrera de cuadrigas. Por ello, la trama avanza sin concesiones ni momentos para profundizar en los personajes, todas las escenas son expositivas, y la sensación es que el conjunto se mueve demasiado deprisa. De esta manera, los responsables del guion y el propio director, no consiguen que el espectador sienta algo por los protagonistas, llegando a un clímax que solo puede ser admirado por su espectacularidad, pero que carece de toda emoción a pesar de ser un auténtico duelo a muerte.
Otro de los problemas deBen-Hur (2016) es un reparto muy poco acertado, que carece deatracción y que parece no esforzarse en transmitir la épica de la historia creada por Lewis Wallace. Jack Huston es un Judá Ben-Hur de gesto adusto y nada amable, que hace que su venganza sea más deseo de Ilderim (un Morgan Freeman con el piloto automático hacia el cheque) que de él. El Mesala de Toby Kebbell es peor aún, siendo un intérprete muy poco carismático y fácilmente olvidable. El resto del reparto apenas tiene tiempo en pantalla como para poder ser valorado. Tan solo mencionar el mayor protagonismo de Jesucristo, encarnado por un Rodrigo Santoro, que consigue robar la atención cada vez que aparece en pantalla. Pilou Asbæk pasaba por allí como Pilatos sin apenas líneas de diálogo.
Técnicamente la película tampoco destaca, siendo sorprendentemente austera y corroborando que la épica de los grandes peplums del pasado ha muerto. Aquí nada es grandioso, los decorados son escasos, el vestuario contiene muchos anacronismos históricos en pos de la actualización a nuestros tiempos, y la banda sonora apenas se intuye. Por ello, esta nueva versión del clásico, con toda seguridad no será recordada en el futuro.
Lo más emocionante y esperado por todos, la carrera de cuadrigas, es la única secuencia donde Bekmambetov puede lucirse. Ya que las comparaciones son odiosas, solo diré que se disfruta, aunque no provoque emoción ni sensación de peligro en ningún momento. Los excesos digitales y algunos movimientos que desafían las leyes de la física son anécdotas que se esperaban de un director como el que nos ocupa.
Ben-Hur (2016) pasará desapercibida y en poco tiempo será olvidada. Es una película correcta, consciente de sus limitaciones, tanto presupuestarias como artísticas, que se defiende de manera solvente pero que llega en unos tiempos donde una historia con tintes religiosos, donde los viejos dioses han muerto a manos de la tecnología y el progreso, no suscita el interés como para ser el blockbuster de otros tiempos.