Dicen que el cine sirve para transportarte a un universo de fantasía. Correcto, pero también te permite conocer mundos mucho más cercanos y reales, pero al que normalmente no tenemos acceso. Algunos de ellos son envidiables, como en cualquier película en la que alguien se liga a Anne Hathaway, y otros son un poco más sórdidos y macabros, como en el caso que nos ocupa, “Omnívoros”, que nos muestra cómo un tío rico, guapo y triunfador puede acabar comiéndose a un paisano. ¿A que tienes curiosidad?
Trailer de “Omnívoros”
Sinopsis de “Omnívoros”
Marcos Vela (Mario de la Rosa) es un reputado crítico gastronómico que un buen día recibe el peculiar encargo de escribir un libro sobre restaurantes clandestinos. Lo que en un principio es una investigación acerca de exóticos manjares y excéntricos millonarios, acaba resultando un macabro descubrimiento del último grito entre la jet set: Reunirse en secreto para practicar el canibalismo.
Crítica de “Omnívoros”
Parece un pésimo juego de palabras, y lo es, pero que el cine español sufre de “canibalización” es también un hecho. Cada vez menos películas en cada vez menos huecos, y mucha cinta independiente como ésta que nos ocupa, autoproducida y que le pone velas al santo de la distribución internacional. ¿Cómo resaltar así? ¿Cómo tener los malditos quince minutos de gloria?
Pues para empezar, no vienen mal dos cosas: Una óptima campaña viral y una premisa fuerte que invite a ver la película. “Omnívoros”las tiene ambas. Su excelente promoción ha ido calando a lo largo del verano y lleva de la mano un interesante high concept: Los restaurantes clandestinos que sirven carne humana. Los resultados ya se están dejando ver: Premios en Festivales Internaciones y distribución asegurada en Estados Unidos.
Y eso que “Omnívoros” no es precisamente una película fácil de comercializar. Su premisa invita al cine más trash y gore, pero desde su primer plano la cinta se inclina por tener una naturaleza más dramática, reposada y, si se me permite, reportajística. Como si fuera el Polanski de “La novena puerta”, Óscar Rojo nos pone en los ojos de un protagonista que realiza un viaje del cielo al infierno. Con él vamos descubriendo un mundo desconocido y siniestro y en sus hombros recaen los conflictos dramáticos y debates morales. Vamos, que no entres al cine pensando en “La matanza de Texas” (Tobe Hopper, 1974) porque esto va más de “Tesis” (Amenábar, 1996).
¿Decepcionado? Lo siento, había muchos caminos posibles y el que ha elegido el director (y único guionista) es éste. No puede decirse que sea un camino equivocado, aunque sí tiene ciertos riesgos: Un desarrollo así exige de una trama ágil y vertiginosa y un personaje con mucha fuerza y carisma. El primer requisito lo cumple estoicamente. Respecto al segundo, surgen más dudas: Marcos Vela es un personaje demasiado indefinido en ciertos aspectos y la interpretación de Mario de La Rosa tiene más sombras que luces.
Aun así la película sale airosa, merced a un magistral montaje, dinámico y con mucha intuición, que permite ser equidistante (que no ecuánime) entre las vertientes más melodramáticas y de género que posee la cinta. Además, las ambientaciones están logradas y todo tiene el suficiente interés como para que sus noventa minutos pasen en un tris tras.
Tal vez uno hubiera pedido más riesgo dramático y un mejor acabado en ciertos aspectos (ciertos secundarios de baratillo, una puesta en escena a la que le falta picante…), pero “Omnívoros” deja un regusto de película profesional y muy interesante. Si me permiten un último juego de palabras, no sabemos si “Omnívoros” se comerá el mundo, pero puedo apostar a que no se le atraganta a nadie.