Clint Eastwood vuelve a ponerse tras la cámara con su nuevo trabajo “El francotirador” (American Sniper), una producción que nos acerca a la guerra de Irak desde el punto de vista de Chris Kyle, considerado el mejor tirador del ejército estadounidense, a través de las memorias que plasmó en su novela homónima.
Sinopsis “El francotirador” de Clint Eastwood
Chris Kyle (Bradley Cooper) es un tejano de treinta años que ha enfocado su vida siguiendo los pasos de un cowboy: es violento, participa en rodeos y bebe cerveza Lone Star; hasta que un día se da cuenta de que debería hacer algo con su vida. Es entonces cuando Chris decide alistarse en los SEAL y convertirse en un francotirador de élite. Pero cuando es convocado para ir a Irak, Kyle deberá dejar atrás a su mujer y vivir un auténtico infierno de violencia y amoralidad, viéndose en un continuo dilema que pondrá en juego cuestiones como el orgullo (propio y de la nación) o el comportamiento ético.
Crítica “El francotirador” de Clint Eastwood
La experiencia de Clint Eastwood en el mundo del cine (primero como actor y después como director) ha construido, con el paso del tiempo, un aura a su alrededor que le enlaza directamente con la idea de buen cine. Con obras claves en su filmografía como “Gran Torino” (2008), Eastwood ha dado un enfoque muy personal a la violencia que caracteriza nuestro tiempo, combinando el efecto devastador de ésta con el efecto dramático que puede llegar a tener en el individuo a la hora de convertirle, tanto en un monstruo despojado de cualquier moralidad, como en una víctima cuya vida se paraliza ante el miedo al sufrimiento y la muerte.
“El francotirador”, por su parte, no es una excepción en su filmografía. En primer lugar, centra su enfoque en un protagonista heredero del comportamiento que más ha marcado su carrera, el vaquero, un individuo de naturaleza violenta, cuyas preocupaciones se basan en su propio triunfo y en la defensa de su territorio (vinculado a la idea de patria), ante la presencia de un extranjero (en el caso del western, el indio o nativo). Ahora, han pasado ya muchos años desde la época del oeste, pero la producción del director americano no ha cambiado su esencia. De la misma forma que en Gran Torino la inmigración amenaza el día a día de un hombre de avanzada edad que ha luchado toda su vida por defender su país, en la cinta que estrena este fin de semana nos muestra la tensión existente entre americanos e iraquíes. Así, Eastwood sigue ilustrando la lucha del cowboy (modernizado, aunque conservando su mentalidad) contra el salvaje extranjero que amenaza a su patria (atentado contra las torres gemelas en 2001, por ejemplo). De este modo, no es de extrañar que el protagonista de la historia, Chris Kyle (Bradley Cooper), actúe como exponente del vaquero contemporáneo, que en un clima de conflicto internacional da prioridad a su nación antes que a su familia o sus intereses personales. No obstante, la producción del director tiene en cuenta, por lo general, cuestiones como la pérdida de moralidad que conlleva una conducta violenta, razón por la cual su obra se suele enmarcar dentro de la tendencia antibelicista.
Por lo que respecta al montaje, “El francotirador” es un ejercicio sobresaliente a la hora de escenificar una batalla a través de la cámara. El uso de planos de corta duración y el ritmo frenético de cambios entre los mismos, convierten la pantalla del cine en el punto de vista de un soldado, incapaz de detenerse por un instante a contemplar su entorno dado la rapidez con la que suceden los hechos. Este aspecto, sumado a la incertidumbre conseguida al no mostrar la posición del enemigo (tan sólo su presencia), hace del filme un cóctel cargado de tensión que mantiene la atención del espectador durante todo el metraje. La caracterización de los personajes, en cambio, carece de profundidad y muestra cierta prisa a la hora de resolver las situaciones que nos muestran cómo son (infancia del protagonista, relación con su mujer), con tal de adentrarse, cuanto antes, en las escenas bélicas que se prometen. Por último, la banda sonora no tiene demasiado protagonismo, pasando desapercibida aun siendo su autor Ennio Morricone, uno de los grandes compositores del mundo del cine que, a pesar de haber creado piezas musicales memorables (El bueno, el feo y el malo, por ejemplo), dejará decepcionado a más de uno.
Pero dejando de lado los aspectos técnicos, hay una cuestión que destaca en “El francotirador”: la faceta ideológica. Si tenemos en cuenta, de una forma objetiva, la temática del filme, bien se puede considerar que el último trabajo de Clint Eastwood usa la historia de Chris Kyle más como homenaje que como un motivo con el que construir una trama dramática. Si bien es cierto que a lo largo de la trama existe una sensación antibélica, mostrándonos el proceso de deshumanización cada vez más intenso del protagonista, el largometraje lleva a cabo una caracterización muy concreta sobre el enemigo (ejército iraquí), que le convierte en un ser malvado que no sólo ataca al bando opuesto, sino también al suyo. Por esa razón, se sugiere que El Francotirador no quiere, únicamente, homenajear la figura del protagonista, sino también enfatizar la “maldad” del enemigo, sin dar la posibilidad de pensar que en una guerra ambos combatientes mantienen una conducta negativa (algo que sí se sugiere en grandes exponentes del cine antibélico como Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola).
