El debut en el largometraje de Beatriz Sanchís, ‘Todos están muertos’, es un drama con tintes sobrenaturales que, pese a lo original de su propuesta, se erige como uno de los grandes fiascos del último cine español. El producto resultante consigue ser acartonado, no cumple con las expectativas iniciales y será, lamentablemente, olvidado con facilidad.