Dome Karukoski abandona la repetitiva y tediosa forma de narrar la vida de los escritores y nos deslumbra con una modélica narrativa que hace de la obra y del autor un solo ser. La fantasía comparte plano constantemente con la realidad, despegándonos de la idea preconcebida de que estamos ante una película basada en hechos reales, poniendo el foco en lo realmente importante, el cine.