Bajo el sello de comedia dramática se nos presenta “Hipócrates”, película de éxito en Francia que pone de manifiesto la vida de un hospital desde dentro. Crítica nada velada a los quehaceres de los médicos en el servicio de urgencias.
Sinopsis de la película “Hipócrates”
Benjamin decide seguir los pasos de su padre y desarrollar el MIR en el hospital donde este trabaja. Allí descubrirá que la medicina no es como él había pensado, cuestionándose sus habilidades como profesional. En frente tendrá a un médico extranjero en su misma situación, pero con mucha más experiencia.

Crítica de la película “Hipócrates”
“La vida es una enfermedad de transmisión sexual”. Esta frase, que se puede leer pintada en una de las paredes del hospital protagonista de la película, dotada de una gran desesperanza y apatía, muestra de manera sucinta lo que se puede esperar de esta historia que humaniza a aquellos que tienen nuestra vida en sus manos, sin renunciar a revelar sus fallos y sus miedos; dejando de lado las visiones más edulcoradas o heroicas de un colectivo que no pasa por su mejor momento.

El director Thomas Lilti, utiliza al personaje de Benjamin como motor de la historia de Hipócratesdesde la que se abordan temas tan de actualidad como el declive del sistema sanitario a causa de la crisis, algo que parece ocurrir más allá de nuestras fronteras, y las consecuencias que esto tiene. También se atreve con el derecho a una muerte digna, debate que sigue sin resolverse y sobre el que la cinta sobrevuela con la reflexión de que aquellos que se salten las normas serán castigados, por muy nobles que sean sus intenciones.

Aunque se nos presente como comedia, los momentos que la película le reserva son escasos o casi inexistentes, abrazando el drama en su vertiente más social, como protesta y reivindicación de un gremio que se muestra gris, con sus luces y sus sombras, (más de estas últimas), pudiendo sonar a panfleto. Sin embargo, la construcción del guion es orgánica y la crítica se deja entrever a través de una historia que atrapa gracias a su pareja protagonista. Tanto Vincent Lacoste como Reda Kateb se esfuerzan en representar dos caras de la misma moneda, la primera joven, inexperta e impulsiva y la segunda sosegada, experimentada y contestataria. Kateb crea un personaje ambiguo, del que cuesta ver sus intenciones, siendo el misterio su mayor acierto.

El resto de personajes forman un grupo de “profesionales de la medicina” que provocan terror en cualquiera que tenga la desgracia de acercarse a un hospital, siendo esta quizá la queja más novedosa a la que hace referencia “Hipócrates” y que provoca indignación al ver la banalización que se hace de los pacientes por parte de los médicos, siendo poco más que máquinas rotas que ellos se encargan de arreglar. En este aspecto es donde el director y sus guionistas se la juegan, ya que los espectadores puede que no acepten ciertas barbaridades que se muestran en pantalla, aunque sean lo más interesante de la cinta.
“Hipócrates” funciona como drama y como cine social, siendo disfrutable por todo tipo de público que además saldrá de la sala con una sana reflexión rondando, siendo esta otra de las virtudes del cine: hacernos pensar .