A veces hay directores que pretenden inspirarse en otros maestros del cine, y se equivocan estrepitosamente. La película Take Me, dirigida por Pat Healy, es un claro ejemplo de ello. El director de esta cinta aspiraba hacer un film disparatado al estilo de Michael Haneke, pero consigue todo lo contrario. El resultado final que obtiene es una película que no tiene ni pies ni cabeza. Es una cinta que pese contar con menos de noventa minutos de metraje, se hace eterna. Os dejamos con nuestra crítica de la película Take Me.