Matt Damon protagoniza esta historia que mezcla varios géneros y que cuenta la vida de Paul Safranek, un hombre que se somete a un proceso de reducción de su cuerpo para aspirar a una vida mejor. “Una vida a lo grande” llega a la cartelera por Navidad.
“Una vida a lo grande” nos trae de vuelta a Alexander Payne (Los descendientes, Nebraska), un director interesante que siempre reserva un hueco en sus historias para mostrar una cierta crítica social disfrazada en este caso de comedia, aunque también hay lugar para el drama, enmarcando el conjunto en un contexto de ciencia-ficción dado lo alocado y por otra parte original de la propuesta.
Y es dicha propuesta lo que provoca que gran parte del abultado metraje se dedique a explicar y mostrar, con todo lujo de detalles, el proceso de reducción de los humanos desde el descubrimiento del hallazgo, pasando por todas las fases que experimentan los sujetos, hasta llegar al nuevo escenario donde van a vivir. Unas reglas de un mundo nuevo que necesitan ser explicadas para que el espectador pueda formar parte de él. Un desarrollo natural dentro de cualquier guion que muestre un universo que posee sus propias normas pero que inevitablemente, en este caso, retrasa lo que de verdad le interesa contar a Payne, y que cuando llega, no resulta tan satisfactorio como cabría esperar, teniendo que renunciar a cerrar algunos temas que habían sido abiertos con anterioridad.
La mezcla de géneros tampoco queda bien equilibrada, con un inicio que parece presentarnos una comedia para virar a un drama con tintes sociales que se revela como lo más interesante de una película a la que le cuesta encontrar su propia voz y que cuando lo consigue, puede llegar a traicionar las expectativas de más de un espectador. Lo que es innegable es la capacidad de Alexander Payne para narrar historias y contar con la cotidianidad como una ventaja, aunque el envoltorio sea tan extraño como en esta ocasión. Su presentación de la tecnología de reducción y el proceso al que se somete el protagonista atrapan al espectador llevándolo a una vida idílica que pronto se tornará en una realidad completamente distinta, donde el director y guionista hace caer el velo de la realidad y muestra que cualquier utopía social es imposible, estando siempre presente la miseria y la desigualdad. Es ahí donde el realizador se siente más cómodo y donde el film realmente empieza a crecer, aunque irremediablemente ya sea tarde.
La película cede todo el protagonismo a Matt Damon junto a Hong Chau que están acompañados por caras conocidas como el televisivo Neil Patrick Harris, Jason Sudeikis, Kristen Wiig o el genial Christoph Waltz aunque el encasillamiento de este actor en papeles estrafalarios empiece a ser preocupante. El reparto es meramente funcional, siendo la historia que se nos está contando y el mensaje de la misma lo más importante. No se debe pasar por alto la corta intervención de Laura Dern como reclamo publicitario. Absolutamente genial.
“Una vida a lo grande” es una película irregular, pero si el espectador consigue entrar en su juego encontrará una historia estimulante con moraleja que pone de manifiesto que por muy loables que puedan parecer las intenciones, el capitalismo siempre tiene una cara oculta que no tardará en ser revelada. Temática social disfrazada de ciencia-ficción con tintes de comedia y una parte final sostenida en el drama. ¿Quién puede ofrecer tanto en una sola historia?
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