Crítica de la película ‘Sing Street’: Nostalgia que atrapa

Emotiva y entrañable. ‘Sing Street’ atrapa con su historia de ideales ochenteros y primeros besos  gracias, en otros muchos motivos, a su maravillosa banda sonora.

Crítica de la película ‘Sing Street’

Los amantes de la cultura ochentera en todas sus vertientes, moda, estética pero sobre todo a lo que se refiere al su movimiento musical, tienen una cita obligada con la película Sing Street. Su director y también guionista, John Carney (Begin again, 2013), nos introduce en un nostálgico viaje hacia un pasado no tan lejano que muchos añoran por su espíritu de rebeldía y lucha. Una época que llegó a provocar cambios en la sociedad y que marcó un antes y un después en nuestro día a día. ¿La excusa de ese viaje? Contarnos el paso a la edad adulta de un chaval loco por la música, o más bien por una chica. Su primer gran amor.

La película nos sitúa en el Dublín de los años 80, en plena recesión económica. Allí conoceremos a Conor (Ferdia Walsh-Peelo), un adolescente que aterriza de repente en la escuela pública a causa de los problemas que tiene su familia para hacer frente a las facturas. Su día a día es bastante complicado. Ni los compañeros ni el jefe de estudios harán sencilla su adaptación al nuevo entorno. Pero un soplo de aire fresco llegará un buen día hasta la puerta del colegio… Raphina (Lucy Boynton), una atractiva y misteriosa joven por la que será capaz de todo, incluso de  crear un grupo e intentar triunfar en el complicado mundo de la música.

La historia de Sing Street engancha desde el primer minuto y no precisamente por su complejidad, sino por la efectiva sencillez con la que su director narra los acontecimientos que marcan la vida de este adolescente: la mala situación económica de la familia debido a un padre que lleva demasiado tiempo en paro, algo que terminará por provocar el divorcio de sus padres; los abusos y burlas diarias por parte de los típicos malotes del colegio; el entorno oprimido de un colegio cristiano; el primer amor y toda la hermosa locura que conlleva. Un aura naif y de elevada melancolía, todo ello de marcado tono vintage, inundarán una cinta cargada de buen gusto tanto a nivel visual como musical.

Pero si hay algo que consiga permanecer en el recuerdo del espéctador a la salida de la sala será, además de los cambios de look de nuestro protagonista cada vez que evoluciona musicalmente, una sobresaliente banda sonora. Las canciones interpretadas por la joven banda Sing Street (así se harán llamar el grupo de chavales que protagonizan la cinta) están compuestas por el propio John Carney con la ayuda del músico Gary Clark (líder de la banda Danny Wilson). Todas menos el tema que suena durante los títulos de crédito que ha sido escrito e interpretado por Adam Levine, cantante de Maroon 5.

Sus protagonistas, Ferdia Walsh-Peelo y Lucy Boynton, son capaces de transmitirnos ese inocente romanticismo que radica en la ilusión y pasión de luchar por los sueños, por el amor y por los ideales durante nuestra adolescencia. Algo que nunca deberíamos perder pero que por desgracia vamos olvidando por el camino angosto que nos depara la vida. Seguramente así, sin pretenderlo, John Carney haya creado con Sing Street una cinta que pase desapercibida por la cartelera del 2016 pero que las próximas generaciones reclamen como “película de culto’, y quién sabe si hasta su sing-alone. Tiempo al tiempo. Esta película alcanzará su merecido lugar en la historia del cine.

Trailer de la película ‘Sing Street’