Pequeñas mentiras para estar juntos, secuela de Pequeñas mentiras sin importancia, llega repitiendo equipo al completo para volver a la a la casa de la playa de la que hay tantos recuerdos. ¿Era necesaria esta segunda parte? Te lo contamos en la crítica de Pequeñas mentiras para estas juntos.
Max (François Cluzet), al borde de la quiebra económica y con problemas de ansiedad, se va a su casa de la playa para desconectar y venderla, pero sus amigos deciden darle una sorpresa presentándose allí.
Para quien esto escribe, los franceses son únicos a la hora de hacer comedias con planteamientos de drama (véase y reflexiónese sobre el planteamiento de “Intocable”) y a la inversa. Nous finirons ensemble, en nuestra cartelera titulada Pequeñas mentiras para estar juntos, es un claro ejemplo de esto último. Un hombre que lo que quiere es estar solo porque va a vender su casa sin que nadie lo sepa y todos sus amigos se presentan allí por sorpresa. Lo que podría ser una delirante comedia a la altura de La cena de los idiotas es en realidad una triste historia que poco a poco va enderezándose para hacer resaltar el valor de la amistad y la lealtad por encima de todo. Comenzaré con mi crítica de Pequeñas mentiras para estar juntos, analizando punto por punto.
Y aunque Pequeñas mentiras para estar juntos se establece como una obra principalmente de actores sin más pretensiones que la de dar una factible solución a su conflicto, el hecho de que sea una secuela no impide que el espectador conecte con la cinta aunque no haya visto su predecesora (como fue mi caso a la hora de visionar la película). Uno entiende y conoce perfectamente a los personajes (que no son pocos) y se deja llevar por la historia, que en cierto modo es una alegoría a tiempos pasados mejores y a la nostalgia. Pese a ser sencilla, funciona bien en su narrativa.
No obstante, su historia no resulta de lo más interesante ni se produce ningún hecho que sencillamente salga de una monotonía bien llevada. Como hemos referido, de una situación que daría a una buena comedia, se erige un drama que tampoco involucra en demasía a la mayor parte del elenco, siendo sencillamente meros actores pasivos de la historia. Pero como la película no va de eso, sino de la convivencia, de la amistad y la nostalgia, es un mal menor.
La secuela de la exitosa Pequeñas mentiras sin importancia llega de la mano del director y guionista Guillaume Canet, el cual retoma el mismo grupo de amigos de la primera parte algunos años despuésEl guion no es muy fresco pero si natural, haciendo de las escenas situaciones cotidianas que cualquier grupo de amigos podría tener y desarrollándose con una naturalidad que hace amena la película pese a su duración.
Un muy buen reparto encabezado por François Cluzet (el Dustin Hoffman francés), Marion Cotillard y Benoît Magimel propensa a unas interpretaciones excelentes. Si bien ningún papel destaca ni ningún personaje posee características demasiado especiales para resaltar, todo el elenco saca lo mejor de sí y son los directos responsables de que la película se note tan natural.
Una película de actores y sin muchas pretensiones, que se siente natural y que se disfruta, aunque a veces te descoloque un poco.
Esta entrada fue modificada por última vez en 11 octubre, 2019 14:41
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