Crítica de la película ‘La excepción a la regla’: Warren Beatty en horas bajas

Warren Beatty nos muestra sus horas más bajas con su película ‘La excepción a la regla’. Una cinta claramente irregular que intentando resultar arrebatadora e inolvidable, acabará resultando descafeinada, carente de sentido e insulsa.

Crítica de la película ‘La excepción a la regla’

Nunca se habían llevado a la gran pantalla los años dorados del cine clásico en Hollywood de manera más sosa, pretenciosa y desdibujada –menos mal que tenemos ‘La la land’ aún en el recuerdo para quitarnos el mal sabor de boca-, presentando así un producto final carente de cualquier interés para el público que se acerque este fin de semana a las salas. Una película que parece hecha para redención del que es su director, Warren Beatty (también uno de los protagonistas de la cinta), que claramente intentará retratar su propia estela por el que debe ser su añorada idea de Hollywood y por sus años dorados en la meca del cine. De este modo, y usando como excusa la historia que nos presenta a través del multimillonario Howard Hughes, nos relatará esa evidente nostalgia, amargura, e incluso reproche, hacia la industria hollywoodiense. Una más que extraña mezcla que tan sólo generará un batiburrillo de ideas e intenciones que, como no podía ser de otra manera, terminarán por hacer naufragar a esta La excepción a la regla. Así Beatty acabará por conseguir que un proyecto tan personal, ideado para quedar en el recuerdo (más si tenemos en consideración que lleva trabajando en dicha película más de 40 años), se convierta en una anécdota olvidable.

La excepción a la regla narra las rarezas y excentricidades de Howard Hughes (Warren Beatty), el mayor magnate del cine de aquel momento, al cual además le acompaña una desmesurada locura por todo lo que tiene que ver con volar y alcanzar las alturas. Un hombre misterioso, al que muy pocos pueden decir haber conocido en persona, que vive en una gran mansión en el Hollywood de 1958 y que tiene una cantera de jóvenes y prometedoras actrices que residen bajo su custodia con la condición de respetar una única regla: no mantener relaciones íntimas con los trabajadores que las atienden. De entre todas esas preciosas jovencitas destacará Marla Mabrey (Lily Collins), que recién abandonado el hogar familiar se convierte en un producto totalmente influenciable y vulnerable. Dicha inocencia innata en la joven dejará perplejos tanto a Howard Hughes como a uno de sus chóferes, Frank Forbes (Alden Ehrenreich).

Una película claramente irregular (más efectiva en sus formas que en su fondo), que muestra más sombras que luces durante su alargado y aletargado recorrido donde claramente podremos vislumbrar dos partes: una primera en la que se conocerán Frank (Alden Ehrenreich) y Marla (Lily Collins), quedando retratados ambos personajes en el centro de una comedia romántica donde además se revelará la intención del título de la película; y una segunda, más oscura, sobre la decadencia de Howard Hughes, que terminará huyendo de todo y de todos, bordeando la locura, hasta pasar sus últimos días postrado en la cama escondido tras una cortina.

La película no muestra pulso narrativo alguno, y termina fundamentando su desarrollo y tramo final en una bochornosa escena de amor entre la inocente Marla y el Sr. Hughes basándose en una idea tan absurda como mojigata que surge de la nada.

La excepción a la regla resultará pues un claro ejercicio de autoliberación por parte de su director y protagonista, a quien seguramente le haya aportado una gran satisfacción personal. Ahora bien, el atractivo para el público es prácticamente nulo, a excepción de ver a una maravillosa Lily Collins en la gran pantalla.