Lydia (Erin Moriarty) siempre ha sido una joven rebelde, pero esta vez su insensatos dieciocho años le han llevado a convertirse en la novia de un importante traficante de drogas. Sin saberlo será la cuartada perfecta que sirva como tapadera de la gran fortuna que su chico y compinches han robado al cártel. Tras un grave altercado se verá obligada a huir, y para ello que mejor que la ayuda de su padre, John Link (Mel Gibson), un ex convicto dispuesto incluso a volver a pisar la prisión con tal de poner a salvo a su pequeña.
Blood father, pese a muchas de las críticas previas que he leído ya, mola y mucho. Nos plantea un thriller contundente, con huidas y venganzas de por medio, rodada con poco dinero pero con mucho gusto y donde no se desaprovecha ni un sólo instante de metraje entrando en una espiral de acción incesante. Además está protagonizada por un Mel Gibson tan duro, astuto y ahora “curtido en mil batallas” como de costumbre, eso sí, con un gran corazón que será el que le lleve a tomar medidas “algo” drásticas. Es una de esas películas que, aunque no son una obra maestra de su género, logran mantener al público de la sala expectante y entretenido, que no es poco.
Pese a que la trama de la cinta es bastante sencilla y sus personajes cumplen con todos los estereotipos posibles, su más que acertada dirección sabiendo sacar todo el jugo a las muchas veces incomprendida y limitada ‘serie B’, y la fuerza y astucia de la interpretación de un grande como Mel Gibson, lograrán que Blood father llegue a alcanzar una dimensión inesperada para una película de estas características y presupuestos.
El director Jean-François Richet nos presenta una historia que va más allá de un mero homenaje a las tantas películas de acción protagonizadas por Gibson a lo largo de su carrera, logrando aproximarse al concepto de una cinta de venganzas -al más puro estilo de Liam Neeson (‘Venganza’, Pierre Morel, 2008)- con toques de western. Y desde ese punto de vista logra convertir en fortalezas esos años que tanto al personaje como al actor ya parecen pesarles a sus espaldas, aunque aún les queden fuerzas y presencia de sobra para meter un buen puñetazo, o incluso dos. Así, de manera casi anecdótica, el espectador disfrutará con la idea de que el propio Mel Gibson pueda estar interpretándose a sí mismo, como si éste fuera el fruto de aquellas batallas pasadas que aún parecen pasarle factura.
Y es que hay que reconocer que a Mel Gibson los años le sientan de maravilla, otorgándole madurez, fuerza, carisma y presencia, algo de lo que no todo Hollywood puede presumir. Él será el gran culpable de que Blood Father no pase desapercibida a su paso por la cartelera, ya que la magnífica interpretación del actor resultará arrebatadoramente convincente en cada una de sus frases y acciones. ¿Aún no tienes suficientes motivos para verla?
Esta entrada fue modificada por última vez en 24 febrero, 2017 12:16
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Discrepo en el apartado "Lo mejor y lo peor". El guión no es flojo para nada. Es más, a mi me parece brillante. Absolutamente todo en la trama está perfectamente construído y las piezas encajan con total precisión, sin cabos sueltos ni trampas.
Otra cosa es que la trama sea sencilla o que los personajes sean estereotipos, pero no entiendo que tiene que ver una cosa con otra. Usted misma hace referencia a que se trata de una película de Serie B, luego no se de qué se queja. Los estereotipos y la sencillez de la trama están en su ADN, pero aun así hay Serie B buena y Serie B mala. Y esta es muy buena. Si el guión hubiera sido malo, ni la excelente actuación de Gibson hubiera salvado la función. Esto es así. Modestamente lo digo.